viernes, 29 de marzo de 2013

Viernes dando la nota: Smells Like Teen Spirit



¡Hola! Ya es viernes otra vez. Bueno, ya se está terminando el viernes otra vez, que yo con esto de poner la canción de la semana siempre llego de las últimas. Pero bueno, al grano:

La canción que he elegido para hoy la tengo en la cabeza desde la madrugada pasada, así que tenía que ponerla. Todo el que me conoce sabe que lo que más me gusta es el trash y el heavy metal, pero lo que quizás no sepan es que unos añitos antes de aficcionarme al heavy, cuando era adolescente, mi grupo preferido era este, Nirvana. Y me siguen gustando, por supuesto, yo no soy de las que dicen: en "mis tiempos" me gustaba tal o cual cosa. Para mí los gustos musicales no se sustituyen unos por otros, la cultura musical siempre suma. Por eso tengo unos gustos bastante amplios, creo yo, que abarcan desde los boleros de los Panchos (sí, qué pasa, soy una romántica XD) a cosas como esta. Y esta canción es todo un himno de Nirvana, ahí os va y...

¡Feliz fin de semana a todos! (aunque algunos ya lleven dos días de fiesta, jeje)





jueves, 28 de marzo de 2013

Método A vs Método B: ser padres no va de eso...

Los que habitualmente leen sobre temas de bebés y crianza en internet saben que es un mundillo por el que circulan métodos y teorías de manera que a veces se crean "bandos", cual hinchadas futbolísticas. "Los del duérmete niño", "los de la crianza natural"... También en el día a día, nos encontramos con que hay gente que se ve afectada por esta especie de "bipartidismo". Para mí que la maternidad/paternidad no va de eso...

Quien haya visto algo de este blog, fácilmente me habrá podido catalogar en una de estas "corrientes" circundantes: que si criar con empatía, que si colecho, que si porteo... A decir verdad yo no me siento seguidora de ningún método ni de nada por el estilo, no me parece que ser padres funcione de esta manera. De hecho, creo que la mayoría de madres y padres blogueros no se sienten así. Es inevitable que simpatices más con unos que con otros, y estés de acuerdo con unas cosas y en desacuerdo con otras, pero uno no se hace padre/madre siguiendo un libro de instrucciones.

Antes de ser madre tenía unas ideas previas del tema. Fruto de mi experiencia como hija en primer lugar, que creo que es la "primera lección" en esto de criar y educar. Luego, ya como adulta, observas a padres e hijos, ves la maternidad en los medios de comunicación... pero algo así como de refilón, porque la cosa no va contigo. Ya cuando decidí que quería que alguien me llamase "mamá" empecé a poner mucho más interés en todo lo relacionado con el tema, y ya en el embarazo devoraba información: en la web, revistas, libros, conversaciones con los amigos, con la familia... 

Luego nace el bebé y algunas cosas de las que creías funcionan, y otras no. Realmente estás ante una persona que no conocías, ¿cómo vas a prever todo lo que va a hacer, sus reacciones, su carácter? Pues lo lógico es que te adaptes a ello, y no al revés, y esto define tu propio método de crianza. El mío, bueno, el nuestro (que para eso tengo un socio en todo este asunto) es el "Método Pablo". Esto va así, señores y señoras, un método por niño, ni siquiera un método por padre, porque maneras de criar y educar hay infinitas, al fin y al cabo se trata de relaciones entre personas y afortunadamente todos los padres y todos los niños somos diferentes. Y hasta aquí mi opinión sobre los métodos de crianza.

Hay también quien cría a sus hijos con sentido común, no como hacen los demás. Vale... ¿Y el sentido común qué viene siendo? Porque para mi madre es una cosa, para el vecino otra, para mí otra... y enarbolando la bandera del sentido común se pueden también cometer muchas tonterías. Al fin y al cabo, eso de criar con sentido común lo hacemos todos, ¿no? 

Otro modo de ver la crianza: como lo hacían las madres "de antes" y como lo hacen "las de ahora". Sí es cierto que a veces parece que esto va por modas, como el largo de las faldas, pero hay cosas que no son cuestión de eso sino de avances en investigación, de cosas que antes no se sabían. Esto se ve muy fácil aplicado a las indicaciones de los pediatras: que si el niño se pone boca arriba para dormir, de lado, boca abajo... que si se empieza la AC a los tres meses, a los cinco, a los seis... según la época y la moda imperante. Pues no, mira que yo no soy pediatra pero tengo claro que la medicina no es el "Vogue"; la medicina es una ciencia, y la ciencia avanza confirmando o desechando teorías en base a estudios. Cada vez sabemos más, porque se investiga más, y como además la ciencia no es dogmática sucede muchas veces que se comprueba que lo que antes se daba por cierto estaba errado. Y la culpa no la tiene el pediatra de hace veinte años, sino el pediatra que no se recicla, que no se adapta a los nuevos hallazgos.

Por cierto y hablando de pediatras, lo que si distingue muchas veces a las madres de antes y las de ahora, es que las de antes basaban muchas veces su conocimiento en dos cosas: el "saber" popular, (con lindezas tales como que lo que come la madre le da gases al bebé o que si tienes ardores en el embarazo el nene sale peludo...) y la sacrosanta palabra del médico, que por aquel entonces (y ahora algunos también) daba indicaciones no sólo de salud sino de crianza y educación. Y no, que me perdonen algunos, pero la pediatría no se ocupa del estudio de formas de crianza. No hay asignaturas que versen sobre donde tiene que dormir un niño,  sobre si es malo o bueno llevarlos en brazos...

En conclusión, que a mí me parece que no se trata de métodos, ni de modas, ni nada de eso. Al final todos, o casi todos que algún cabezón siempre habrá, criamos a nuestros hijos como me dice siempre PapádePablo: Ensayo y Error. Pruebas y pruebas hasta que encuentras lo que funciona, y punto. Que la idea que tenías era buena, pues fantástico; que no, pues intentas algo diferente, y no pasa nada. Para algunos está muy mal visto cambiar de opinión. Para mí es lo contrario, la virtud es ser flexible

Y tú, ¿qué opinas?

domingo, 24 de marzo de 2013

¿El fin de la lactancia? (Parte II)



En la entrada anterior ya os puse en antecedentes. Mi principal problema es que en mi trabajo, ese trabajo que me encanta, para el que me preparé y que he venido desempeñando durante años sintiéndome muy satisfecha con ello, existen algunas circunstancias que implican posibles riesgos para la salud. En concreto, empleo inevitablemente una sustancia que tiene en su etiquetado de seguridad la frase R45, frase que es la siguiente: "Puede causar cáncer". (Para el que quiera saber más sobre riesgos para la lactancia natural, puede pinchar en este enlace).

Yo no soy ninguna experta sobre el tema, la verdad, soy una trabajadora con algunos conocimientos sobre tóxicos porque mi trabajo así lo exige, pero hay una página muy buena que muchas madres que dan lactancia materna conocen, www.e-lactancia.org, elaborada por un hospital que es centro de referencia para el tema, en la que hay una relación de bastantes compuestos químicos y sobre todo medicamentos, y sus posibles riesgos o no para la lactancia. Ellos clasifican los compuestos según sus niveles de riesgo en nivel 0 (sin riesgo: la mayoría de los medicamentos que nos tomamos lo son, podemos estar tranquilas), 1, 2 y 3, siendo este último grupo el de mayor peligrosidad.

El producto que a mí me preocupa es de nivel 2, que definen de la siguiente forma: 
"Sustancia que podría provocar efectos adversos moderados sobre la lactancia o sobre el lactante o se han comunicado los mismos, o no hay datos publicados pero las características físico-químicas y farmacocinéticas de absorción, distribución y eliminación del producto hacen muy probable la aparición de efectos adversos moderados. Producto poco seguro: hay que valorar la relación riesgo-beneficio, procurar una alternativa más segura y, en caso de no poder evitarlo, considerar la dosis, los horarios, la edad del lactante, etc... y realizar un seguimiento del lactante."

Evidentemente que si fuese evitable no me hubiesen apartado del puesto, pero pensando en que ahora es más grande  y leyendo el párrafo que antecede, pensé que quizás al comer ya otros alimentos el riesgo fuese asumible porque los tóxicos tienen diferentes tiempos de presencia en el organismo, como por ejemplo el alcohol que en un par de horas se elimina y ya se puede amamantar con seguridad. Así, podría esperar a la hora adecuada y darle la leche, complicado es pero no imposible  Agarrándome a esto acudí a la pediatra en primera instancia, para ver si conocía algún número o dirección donde me pudiesen informar con más profundidad. Su respuesta, resumida, es esta:
" No hay relación riesgo-beneficio que valorar, un tóxico siempre es peligroso y la lactancia después de los seis meses no supone gran diferencia, puede proteger de un ínfimo porcentaje de infecciones, pero vamos, que no hay perjuicio en dejarle de dar el pecho (aquí yo la escuchaba estupefacta, no daba crédito. Si eso fuese cierto, no sé porqué iban a recomendar dos años de lactancia natural...). Que le de leche "2", la que toman todos los niños."

Luego pedí igualmente a una persona de la mutua que me facilitase un modo de contacto con quien llevase este tema, para que me lo aclarase un poco. Esperando respuesta del técnico de prevención, me enviaron de nuevo un correo que decía: 
"El Técnico de Prevención no ha podido llamarte pero me indica que te informe de que si te incorporas a tu puesto de trabajo debes cortar la lactancia pues se te había concedido la prestación  precisamente por el riesgo que tienes en tu puesto y que ese riesgo sigue estando latente indiferentemente de la edad del bebé."

De momento esta es toda la información que tengo. Las perspectivas son pésimas, y estoy muy triste, la verdad. Además de echarme de menos porque voy a estar fuera trabajando, Pablo según me han indicado se encontrará con que su mamá ya no le da la teta. La teta que era su alimento, su consuelo cuando lloraba, la manera en que consigue conciliar el sueño por las noches... Pienso en todas las veces que toma leche durante el día. Pienso en la hora de acostarnos, cuando da saltos en brazos de su padre porque quiere venir a los míos, en cómo me mira y se ríe, lo feliz que es cuando se engancha al pecho y suspira, y se queda dormido. Y cada despertar nocturno mama otro poquito y sigue durmiendo en la paz del que se siente protegido, que sabe que mamá está ahí para él, durmiendo a su lado.

Hemos sido muy afortunados hasta ahora, pero por favor, no me digáis que tengo suerte. Que él quiera continuar la lactancia como es natural, que no tenga yo ningún impedimento físico para ello, y que de todos modos deba interrumpir la lactancia, no es ninguna suerte. Y no es ya mayor, es muy pequeño, porque es un lactante y eso implica que la leche es su principal alimento. Y la leche de fórmula es una solución para cuando no se puede, y menos mal para muchas mujeres y niños que existe, pero no es lo mismo. Ni alimenta igual, ni la teta es solo un alimento.

Desde hace un par de meses he estado haciendo una reserva de leche en el congelador porque era lo único que veía que podía hacer para que tomase leche natural el mayor tiempo posible. Y verdaderamente no sé que más voy a hacer, me encuentro bastante perdida. No sé cómo llevar a cabo el final de la lactancia, y si mi trabajo no supusiese nuestra principal fuente de ingresos me plantearía una excedencia de un año, pero no puedo. 

Si alguien tiene algún consejo bueno para darme, por favor, ¡que me ilumine!

¿El final de la lactancia? Parte I


Pablo ya tiene nueve meses, ya se que es una frase muy manida pero ¡qué rápido pasa el tiempo! Algunos de los que me lean sabrán que hasta ahora no he vuelto al trabajo por derivarse de mi puesto riesgo para la lactancia natural. Por ello he percibido una prestación de mi mutua, y actualmente estoy disfrutando las vacaciones del año pasado por lo que falta todavía un mes para que me reincorpore. Cuando le he contado esto a la gente, habitualmente la respuesta ha sido: ¡qué suerte tienes! Bueeeeeno... supongo que según como se quiera ver, así que voy a intentar explicarlo un poco más.

Antes de quedarme embarazada ya había surgido en algunas conversaciones con los que me rodean que en caso de estarlo dejaría de trabajar porque mi trabajo implica riesgos para el embarazo (físicos, químicos y biológicos, para más seña). Pues bien, algunas personas no se lo acababan de creer, y todavía se sorprendieron de que me concediesen "la baja". Que, por cierto, no es ninguna baja, porque mi salud y la de mi hijo eran excelentes. El problema es que existen trabajos que por su naturaleza ponen en peligro la salud del feto y la de la madre. Esto se supone que debería ser del dominio público pero todavía hay por lo que veo mucho desconocimiento. Así que muchos comentarios se referían a mi gran suerte, y a la "vidorra que me iba a pegar". Pues sí, es estupendo no trabajar mientras estás embarazada, siempre que tu caso sea como el mío y estés perfectamente, porque disfrutas el embarazo un montón, para qué negarlo. Pero la verdadera suerte es poder evitar poner a mi hijo en peligro, gracias a una ley que nos protege.

Antes incluso de que el niño nazca, ya salen los comentarios sobre cuando vuelvas a trabajar. Vamos, que "después de tanto tiempo en casa te vas a enterar". Una vez nacido, no hay semana (por decir algo) durante las dieciséis que se tienen de permiso en que alguien no te recuerde el poquito tiempo que te falta para incorporarte al puesto. ¡Qué majos! El acabose llega cuando dices que probablemente (a falta de confirmación por escrito, pero sabiendo que me correspondía) no trabajes hasta que el bebé tenga nueve meses porque implica un riesgo para la lactancia natural. Ahí sí que las caras son de estupefacción, vaya suertaza y vaya vacaciones que te vas a pegar. Vamos, que suman los meses y la cuenta les da año y medio en que vas a cobrar sin trabajar: ¡una ganga, oiga!

Estos meses han sido los más felices de mi vida. Me da mucha pena que en este y otros países las madres deban dejar a sus hijos con otras personas (que lo harán muy bien, pero no son su madre) cuando los bebés no tienen ni cuatro meses. El que tenga un bebé entiende lo que digo perfectamente, no hacen falta más explicaciones. Esto es injusto tanto para los que reciben lactancia artificial como natural, pero es que encima en estos últimos casos el mantener la lactancia se hace un tanto difícil. Ojo, imposible no es, pero en muchos casos hay que extraer y almacenar la leche en el propio puesto de trabajo, lo que es una dificultad añadida para una madre trabajadora. Así que que nadie me malentienda: ha sido maravilloso poder compartir nueve meses (más uno que me queda) las veinticuatro horas del día con mi hijo. Pero, ¿y ahora qué?

Ya desde el principio estaba preocupada porque llegase este momento, y PapádePablo me decía que me adelantaba a los acontecimientos, que ya pensaría en ello "cuando tocase". Pues bien, ya toca. Y toca preocuparse porque aunque la ley solamente protege la lactancia hasta los nueve meses de edad, las recomendaciones de la OMS y de las principales asociaciones de pediatría son de dar lactancia natural al menos hasta los dos años. Si pincháis en enlace encontaréis un interesante documento sobre lactancia que explica esto último en su apartado "¿Hasta cuándo amamantar?" Los expertos en el tema lo tienen claro, vamos. Y si bien mi hijo ha disfrutado de la situación ideal y natural para su edad, ahora se me viene el mundo encima al pensar en dar por finalizada la lactancia. ¿Y finalizarla porqué? Pues porque el riesgo sigue ahí, en concreto porque entre las diversas sustancias con las que trabajo, una es potencialmente tóxica y se difundiría a la leche.

Al que piense que exagero y no entienda que esto más que un inconveniente es un grave problema, le diré que como me están entrando unas ganas de llorar tremendas me voy a tomar un café, y ya cuando vuelva os termino de contar lo que dejar la lactancia supone para un bebé y para una madre. Con vuestro permiso...

viernes, 22 de marzo de 2013

Viernes dando la nota: I Want it All

Y llegó el viernes, y con él la canción de la semana. La canción elegida para hoy no tiene una significación especial en mi vida, más alla de que ¡me gusta mucho! No sé, es la canción que me inspiró mi estado de animo de hoy, así que ahí os va. Espero que la disfrutéis, y buen fin de semana.



jueves, 21 de marzo de 2013

Ellos ya saben cómo jugar, ¡son expertos!


Desde que soy madre, imagino que a todos/as os pasará lo mismo, me planteo cosas sobre los niños que nunca se me habían ocurrido. Una de ellas está relacionada con el juego. Y es qué, ¿no os parece que en ocasiones les damos instrucciones innecesariamente a los niños, incluso para que jueguen? Los niños ya escuchan constantemente el "haz esto" "no hagas lo otro", como para que aún encima también les tengamos que decir cómo jugar. No me refiero, por supuesto, a enseñar las reglas de un juego de cartas, o cómo se juega al fútbol, o que el parchís tiene unas normas definidas. Me refiero a cuando ponemos un juguete cualquiera en sus manos y el niño hace lo que su imaginación le dicta con él, mientras el adulto dirige: "nooooo, cógelo así, ¿ves?" "eso no se hace así, mira, tienes que hacerlo de esta otra forma"...

Tenía un juguete guardado desde navidades, como un "as en la manga" para cuando Pablo se aburriese de los que ya usaba o lo viese preparado para él, porque la verdad es que es para niños de un año de edad. Es el xilófono (bueno, metalófono en todo caso) que veis en la foto, ¿a que es bonito? Pues hace unos cuantos días se me ocurrió sacarlo en vista de que los juguetes habituales ya se le empezaban a repetir un poco al pobre.

Lo primero que se pasa por la cabeza es: abriré la caja, cogeré la baqueta y le enseñaré cómo suena, ¡qué sorpresa se va a llevar! Pues bien, pensando en lo que explicaba al principio del post decidí sacar el xilófono y la baqueta y dejarlos delante de él, sin más, para que él mismo lo descubriese, y me dispuse a observar. Pablo lo miró, me sonrió, y agarró la baqueta, casualmente por el extremo pensado para ello, ¡y directamente hizo sonar el instrumento! No, no es un genio, jejejeje, es que casualmente acertó a la primera con la manera de hacerlo sonar, pero puso una cara de sorpresa y alegría por lo que había hecho que se me cayeron ríos de baba. Luego probó a golpear todo lo que se encontró para ver a qué sonaba, y de nuevo al xilófono, jugó con la caja de cartón (no fallan nunca), aporreó la caja también, incluso a mí... 

Desde entonces juega un poco todos los días con él, a veces conmigo y a veces con su padre, y ya lo hemos hecho sonar para él (trae unas partituras de cancioncillas infantiles, entiendo que para los padres porque de momento que yo sepa los niños de un año partituras no leen, ¿no?). Pero si lo hubiésemos hecho en un principio, se habría perdido ese momento del descubrimiento, esa cara que me puso de ¡Mami, mira lo que he hecho yo solito! Igual os parece una tontería, una pequeñez, pero a mi me parece uno de esos momentazos que no se le deben estropear a un pequeño explorador.

Y aquí lo dejo por hoy. Me voy a dormir, a soñar con que Pablo el día de mañana me componga una sonata, jejeje...

viernes, 15 de marzo de 2013

Viernes dando la nota: Viene y Va


Esta es la semana del regreso y, cómo no, también vuelvo a unirme al carnaval musical de los viernes. Hoy lo hago con esta canción de "Fito y Fitipaldis", principalmente por dos motivos:

  • Esta tarde estuve bailando y cantando con Pablo, y especialmente con esta canción se lo pasó en grande, y mi hijo tiene muy buen gusto, así que...
  • Esta canción también me trae recuerdos en particular, de un momento de mi vida en que estaba bastante "ploffff". Pero veréis, no es un recuerdo malo, sino todo lo contrario: muchos de aquellos días los pasé con amigos, (en especial una que a veces se da una vuelta por aquí) tomando algo en el bar de otro amigo. Cuando me veía el hijo del dueño, un sol de chaval, siempre me ponía a Fito porque sabía que me gusta mucho y me animaba. Para mí, esta canción simboliza la suerte que tengo de tener buenos amigos, una suerte que afortunadamente no viene y va, sino que siempre está ahí conmigo.
¡Feliz fin de semana!



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miércoles, 13 de marzo de 2013

Esos piquitos de oro

Yo no sé si alguno/a se sentirá identificado con esta escena. Os voy a describir a los personajes:

  • En el centro, Pitufina, o sea la menda, con su Bebé Pitufo cualquier día en cualquier lugar de los que frecuentan cuando salen de la paz de su hogar.
  • A la izquierda, Papá Pitufo. Papá Pitufo puede ser cualquiera de los pitufos experimentados y sabios que nos rodean, y tienen a bien darle a mi hijo toda clase de instrucciones educativas, ¡qué amables ellos!
  • Para terminar el cuadro, tenemos al personaje de la derecha. Es el que me inspira la respuesta que muchas veces le daría a los Papás Pitufos, pero vaya, que me suelo cortar... que si no...

Y es que, yo me pregunto: ¿porqué la gente tiene la costumbre de afanarse en educar, o enseñar, o qué se yo, a los bebés/niños aún ante las atónitas narices de sus padres? Os voy a poner unos ejemplillos de las cosas que Pablo y yo oímos con frecuencia, y me ponen de color pitufo:

  • Noooooo, a la boca noooo!: Cuando Pablo descubrió que sus manitas y deditos eran suyos, pasó una etapa en la que se le dio por meterlos en la boca y saborearlos. Normal, ¿no? Pues se ve que para muchos no, porque siempre había algún espontáneo que le decía "no se chupan los dedos", aun viendo que yo le dejaba hacerlo. Incluso tuvieron que ver mis ojos cómo le sacaban la mano de la boca repetidas veces, a lo que yo les contestaba: Pero déjalo, que los dedos son suyos! Pero nada, ni caso. Esto no sólo pasa con los dedos, porque el mundo está lleno de cosas dignas de conocer, y una buena manera de hacerlo suele ser pegarles un rechupeteo. Y si no es peligroso, ni está sucio, ni es su ropa que corra peligro de quedar empapada, pues siempre le hemos dejado. Ahora ya no lo hace tanto, porque se ve que manipular las cosas, cogerlas y soltarlas, va cobrando más importancia. Todo el mundo sabe que la fase de meterlo todo en la boca la pasan todos los bebés, y está más que demostrado en que ellos solos la abandonan sin que nadie tenga que insistirles. 
  • Eso no se toca: Cuando se trata de algo que no pertenece al que opina, y la madre deja que el bebé lo coja tan tranquila, ¿para qué va a venir otro a quitárselo? No me lo explico...
  • ¡Coooooome, que hay que comerlo todo!: Comer con público puede llegar a ser un poco estresante. Lo bonito del caso es que el mío es un niño con bastante buen apetito, que come tan tranquilo lo que le ofrecen hasta que decide que no quiere más, ya sea de su propia mano como lo que le damos con cuchara. Pues bien, incluso con el niño comiendo encantado, se escucha de fondo la famosa frase. Debe ser un tic, una manía que ha adquirido la generación anterior a la mía y ya no pueden soltarla...
  • Paaaaaablo, noooo, ¡no hay que enfadarse!: Bueno, bueno, bueno... esta es taaaaaan típica... Parece que los niños no tienen derecho a enfadarse. Los adultos sí, claro, que medimos más, pero los niños, que tienen menos madurez y recursos (y no entienden cosas como, un suponer, que no puedes darles un cuchillo para jugar) no se pueden enfadar que eso incomoda mucho. Hay que ser más reprimiditos...
Habrá quien me diga que como el niño es aún pequeño no importa mucho porque no lo entiende, pero es que está clarísimo que estas cosas y muchas más se las seguirán diciendo a medida que crezca. A mí me fastidia bastante, la verdad, porque Pablo escucha demasiados "no" para mi gusto, y la mayoría no vienen ni del padre ni de mí, que sólo los usamos cuando el niño corre un peligro, o, por ejemplo, lo corren las gafas de su padre (es una batalla que PapádePablo de momento va perdiendo, jajaja). 

En fin, hay una serie de cosas que nosotros decidimos que no se pueden hacer. Pero nosotros, como padres, que sabemos qué educación queremos darle a nuestro hijo, no todos los demás. Los demás que le cuenten cosas, que jueguen, etc... PapádePablo me dice que no me moleste, que es una batalla perdida. Creo que tiene razón, pero vaya, ¡de escribir un post no me quita nadie! XDDDD

martes, 12 de marzo de 2013

¡Estamos de vuelta! Hoy la cosa va de... primeros dientes

¡Por fin vuelvo a la vida activa en la blogosfera! Después de unas semanas rarunas en las que redescubrí la vida sin portátil (no está mal, que conste, a menos que pretendas tener un blog al día), están solucionados los problemas tecnológicos y volvemos a la carga. Solucionados a base de comprar un equipo nuevo... en fin...

Desde que no escribo tengo un montón de cosillas acumuladas de las que hablar, y una de ellas es el tema que nos ocupa: ¡los dientes! Después de los vaticinios fallidos, esos que decían que ya le iban a salir los dientes cuando tenía ¡tres meses! (sí, eso escucharon mis oídos un día...), a Pablo le salieron sus primeros dientecillos justo al cumplir los 8 meses de edad. Mira que pueden ser lindos dos dientes, jejejeje, a los ojos de una mamá. :)

Ya desde que tenía seis meses me estaba yo planteando el tema de la higiene dental, porque esperaba que le aparecieran cualquier día, y me puse a buscar información por internet. Entre otras cosas leí que se debían limpiar las encías con una gasa y suero fisiológico ya desde antes de salir los dientes, pero nunca se me había ocurrido hacerlo, la verdad. Eso sí, desde que le empecé a dar comida le doy de beber siempre un poquito al terminar, esperando que arrastre restos que le puedan quedar.

Lo mejor en un caso de duda es preguntar  a los profesionales, pero me resultaba exagerado ir a visitar a mi dentista para preguntarle esto, más que nada porque hacía poco que la había visitado y, aunque es muy maja, tampoco es cuestión. Entonces caí en la cuenta de que unos amigos de PapádePablo, tanto él como ella, son los dos dentistas. Y además padres. Así que como viven en otra ciudad les consulté por internet. Os voy a poner aquí parte del mensaje que me envió nuestro amigo como respuesta, por si a alguien le pudiera ser de interés:

"Lo de la gasa y el suero puede estar bien, pero si toma agua con facilidad limpiará sin problema por ella misma mientras no tenga dientes, al no haber ninguna zona donde se produzca retención de alimentos...
Otra cosa es cuando comiencen a salirle los dientes, os daréis cuenta que comenzará a "morderlo" todo con las encías con bastante insistencia y puede llegar a presentar enrojecimiento (inflamación)...., para esto existen pomadas en la farmacia (...), ah, y los mordedores son muy recomendables.
Por lo demás en cuanto tenga dientes, desde luego es necesario cepillárselos, pues la calidad de la dentición definitiva depende en gran medida de no tener problemas con la temporal. Lo mejor que podéis hacer es intentar fomentar en Pablo el hábito y hacerlo siempre a la misma hora, con un cepillo llamativo de colores, con un muñeco o algo que le guste particularmente, inicialmente sin pasta y a partir de los 2 añitos ya hay pastas especiales... Es suficiente hacerlo una vez al día a conciencia, empezando lógicamente vosotros, para poco a poco pasarle la responsabilidad a él ( para que te hagas una idea, nuestro hijo va a hacer 3 años y tratamos de que se cepille él sólo días alternos, el resto nosotros)."



El que veis en la foto es el primer cepillo que le he comprado a Pablo, es de silicona y muy blandito, y me pareció que estaba bien para empezar porque me daba un poquito de miedo lastimarle. Luego pasaremos a buscar uno chulo chulo para que lo encuentre bonito, como me aconsejó nuestro amigo :)

Pablo siempre me había mirado con interés cuando me veía lavarme los dientes, se reía y todo, y un buen día se llevó la sorpresa: ¡ahora a él también se los lavo! Tendríais que ver su carita de felicidad, vaya sonrisota... Se ve que está orgulloso de sus dientitos, y de que mamá se los limpia a él y luego se los lava ella, todos los días después de cenar. Abre la boquita todo contento, se ríe, me enseña los dientes... y yo le paso el cepillito por dientes, encías y lengua. ¡Vaya chico mayor que tengo! Vale, se ve que me está cayendo un poco la baba... no lo puedo evitar, jejejeje.