viernes, 28 de diciembre de 2012

Nuestra versión de la "famosa" Conciliación



Por si todavía queda alguien que no está familiarizado con el concepto de "Conciliación laboral, familiar y personal", consiste en hacer compatibles el trabajo remunerado con las responsabilidades familiares, respetando la satisfacción y desarrollo personales de cada individuo. Bueno, esto es muy bonito, pero ya sabemos todos que muy difícil de alcanzar. Básicamente, para que nos entendamos, buscar tiempo para el trabajo, los hijos, tu pareja, disfrutar del tiempo libre cultivando tus aficiones  y estar satisfecho en todos estos ámbitos, es utópico. Si alguien se reconoce en este esquema ideal, que por favor me lo cuente. Si no, seguiré pensando que es tan probable como encontrarme un enano en el jardín. Y yo no tengo jardín.

La plataforma Conciliación Real Ya lo representa con un puzle de tres piezas: familia, persona y trabajo. Me parece un muy buen símil. El problema es que en la sociedad en la que vivimos resultan demasiadas piezas: el tiempo libre se compatibiliza fácilmente (casi siempre) con el trabajo cuando no tienes hijos, todos hemos vivido esa etapa. En el momento que tienes uno tiendes a sacrificar, al menos en parte, alguna de las otras dos. O renuncias al trabajo, o al tiempo para ti. Y aún así, no trabajar fuera de casa tampoco te garantiza tu parcela personal, porque la crianza de un hijo te absorbe casi por completo (o sin el casi).

Además, la mayoría no puede renunciar a su trabajo, así que intentando llegar a todo se olvidan un poco de sí. Por eso muchas madres recientes vamos por el mundo mal peinadas y con el primer trapo que pillamos puesto. Que también las habrá que todo el día van divinas: mis respetos. Cuando me reencarne me pido ser como vosotras, ¡mis ídolas! Además tampoco es que, por mucho que renuncies a tu tiempo libre, el trabajo te deje tiempo para cuidar de tus hijos como quieres. ¿Porqué?
  • Las bajas de maternidad/paternidad son demasiado cortas. De hecho la baja de dieciséis semanas complica mucho la lactancia natural, que esa es otra.
  • Los horarios de trabajo no ayudan demasiado, tanto para los trabajadores a turnos como con jornada partida (yo creo que la llaman partida porque te "parte" todo el día y al final no te da tiempo a "ná".
  • Pocos Convenios recogen el derecho de faltar al trabajo para llevar a los hijos al médico.
Estando así las cosas en este país (ya nos gustaría ser un poco como los nórdicos es estas cuestiones, pero...), nos arreglamos como podemos entre guarderías, cuidadoras, abuelos... Personalmente las soluciones que para mi gusto son las mejores de las que disponemos (y no todos) son las reducciones de jornada, las excedencias, y la posibilidad del teletrabajo en algunos casos. 

Después de esta laaaaaaaarga perorata de introducción, ¿cómo me lo monto yo?

domingo, 23 de diciembre de 2012

En mi casa reina la anarquía horaria



Pues sí, como lo estáis leyendo. Pablo hoy cumple seis meses, y todavía no le hemos creado sus rutinas. ¿Qué rutinas? Pues no sé, esas famosas que dicen que todo niño necesita, ¿no?
Desde que la gente de mi alrededor se enteró de que iba a ser madre, empecé a escuchar de vez en cuando que lo importante es que los bebés tengan unos horarios estrictos, y que cambiárselos les "descolocaba". También lo leía en páginas de internet: que las rutinas son fundamentales para criar a un bebé, que hay que dormir siempre en el mismo sitio y a la misma hora, que si patatín, que si patatán...

En primer lugar, definamos lo que se entiende por "rutina", por ejemplo, para dormir. Las rutinas de sueño consisten en seguir cada día unas pautas determinadas que precedan al momento de dormir, que deben ser siempre a la misma hora. Así, se inducirá al niño al sueño con facilidad, puesto que al repetirlas día tras día él ya sabe que después de una cosa viene la otra. Lo típico es que recomienden un baño, que es muy relajante para los bebés, un masaje, la última toma de la noche y ¡a dormir!

Yo no voy a ponerme a dudar de la conveniencia de las rutinas y de lo mucho que le gustan a los niños. Estoy totalmente convencida de que el mundo está lleno de niños que se sienten muy relajados porque saben qué van a hacer en cada momento del día, y les altera mucho que les cambien esas costumbres. Lo que voy a hacer es contaros cómo veo y vivo el tema con mi hijo. 

En primer lugar, nunca he sido yo una persona muy amante de las costumbres repetitivas y rutinarias. No soy capaz de marcarme un ritmo estricto para hacer determinadas cosas, ni falta que me hace tampoco. No me gusta comer todos los lunes lo mismo y cuando salgo de paseo no voy siempre por el mismo sitio, ¡que hastío! Comer y dormir lo hago cuando me viene bien, porque tras años de trabajar a turnos de mañana, tarde y noche, soy muy adaptable. El que necesite comer todos los días a las 14:00, un suponer, va a pasarlo fatal con turnos rotativos. Lo normal es que unos días comas a la una y otros a las tres...

En lo que respecta a Pablo, lo único que hemos hecho es dedicarnos a atender sus necesidades: come cuando quiere, duerme cuando lo necesita, jugamos cuando le apetece... Observando un poco me he ido dando cuenta de que se crea sus propios ritmos sin que nadie se los marque, y así es como creo que debe ser. Esto no quiere decir que lo haga todo como un reloj, porque habrá días que se duerma a las once y otros a la una o una y media. Y es que sus días tampoco son siempre iguales: a veces está más cansado, no ha dormido alguna de las siestas que suele hacer, o ha dormido más de lo habitual por la tarde. Hay días que salimos y otros que no, visitas a los abuelos, jornadas de compras... 

El famoso baño para antes de dormir tampoco lo seguimos a rajatabla. Habitualmente lo bañamos después de cenar, pero hay días que se ensucia mucho y lo bañamos antes. Además, los sábados no lo solemos bañar, y lo dejamos para el domingo por la mañana. De momento no vemos ninguna diferencia de bañarlo a no bañarlo respecto al sueño. Eso sí, muy relajado no se le ve: el baño le encanta y se divierte un montón chapoteando y jugando con sus patos de goma borrachos (es que flotan boca abajo o de lado, los pobres, jajajaja)

Luego está el tema de las comidas: no tengo ni "pajolera" idea de cuántas veces ni a qué horas come mi hijo.  No llevo cuenta de los despertares nocturnos porque come y sigue durmiendo, y yo habitualmente también. Ahora que empiece en serio con la alimentación complementaria, empezaremos a darle a probar cosas a la hora que nosotros comemos, y listo.

La intención de este post es desafiarme a mí misma: a ver cuánto tiempo aguantamos sin necesidad de marcar horarios estrictos. Hoy, a los seis meses de edad de Pablo, vivimos felices en nuestras costumbres flexibles. ¿Seguiremos igual dentro de un tiempo o el niño estará desorientado, irritable y cansado y necesitaremos de las famosas y socorridas rutinas? Seguiremos informando.

martes, 18 de diciembre de 2012

De pinchos con Pablo

Hace un par de fines de semana salimos de pinchos y cañas con el niño (0,0 para mí, total la cerveza normal ahora con la falta de costumbre ya me sabe a colonia, pffffff). Las fotos que acompañan esta entrada son algunos de los ricos bocados que nos comimos, ahí las dejo para poneros los dientes largos, jejeje. Se celebraba la "Semana del Pincho" en donde vivimos, y no nos íbamos a quedar en casa con los hosteleros  compitiendo por ver quién hacía el pinchito más rico, no señor, faltaría más.

La foto más grande es del risotto ganador, mmmm!

Nos lo pasamos en grande, Pablo incluido,  y de hecho estuvimos más de seis horas fuera de casa y lo llevó estupendamente, echando algún que otro sueñecito. Le gusta el movimiento, y ver gente, y además es de momento un niño muy sociable. Tan bien nos fue el sábado, que repetimos el domingo. Claro, es que eran muchos pinchos, y los que nos quedaron por probar... pero es cierto que salir con un bebé supone algunos problemas.

De las dificultades que plantean las barreras urbanísticas para ir con una silla de bebé por las aceras ya os he hablado en otra ocasión. El sábado la llevamos porque íbamos a una zona del casco histórico con calles relativamente anchas y de fácil acceso. Aclaro que es una silla todo-terreno, y moverse por el pavimento empedrado es relativamente sencillo. Todo fue bien hasta que llegamos a un bar con tres escalones en la entrada, grmbpffff... ññejjjj... ¡hala, ya estamos dentro! Los locales pequeños aprovechan el espacio como buenamente pueden, y la siguiente dificultad que te encuentras es donde situar la silla de marras para que no estorbe a tus acompañantes ni a la camarera. Sobretodo a la camarera, que no es cuestión de irle poniendo obstáculos y se le caigan las consumiciones. Conste que en todos los sitios a los que he ido son muy amables y no se quejan nunca apañándoselas con sorprendente habilidad, pero estorbar les estorbamos un poco, la verdad. 

Lo bueno de llevar la silla fue que se echó un par de siestas en ella, tan cómodamente y abrigado, metido en su saco térmico, que mi amiga R. estuvo a punto de sacar al niño para meterse ella. Bueeeeno, no, sacarlo no, pero creo que ha llamado al fabricante para pedir una de su talla, a ver si tiene éxito XDDDD

  Como nos quedamos con ganas de más, volvimos el domingo. El resto de locales participantes en el concurso de pinchos está en un barrio judío medieval con callejuelas estrechas y empinadas, suelo empedrado y para colmo escalones. Hay partes que hay que pasar incluso en fila india. En un escenario como éste yo recomiendo la mochila sin lugar a dudas. Nada como llevar al niño encima para moverse con agilidad en lugares llenos de gente, no hay color. La experiencia es muy agradable: no hay que preocuparse de "aparcar" vehículos, te sientas y ya está. Eso sí, acaba pasando factura cuando llevas un buen rato de aquí para allá, por lo menos en mi caso. Porque vaya, no sé qué comerá este niño (bueno, sí lo sé, es un decir XDD), pero pesa un montonazo. Menos mal que un par de amables caballeros (el padre y el tío de la criatura) tuvieron a bien tomar el relevo un rato.

Hay algo con lo que hay que enfrentarse tarde o temprano cuando se sale con un bebé, y es el cambiarle los pañales. En todo el pueblo solamente conozco una cafetería que tiene cambiador en el baño, y pocos lugares en los que hay una superficie suficientemente grande para poner un cambiador portátil de esos de tela que siempre llevamos en el bolso. En uno de los sitios a los que fuimos pudimos aprovechar que  la planta superior del local estaba cerrada, y lo cambió PapádePablo encima de una mesa. Otra opción cuando se lleva la silla es cambiarlo en ella, es mil veces más fácil en un capazo pero se hace un apaño. Luego está la solución que me dio mi madre: pues te vas para casa. Eeeeeem... bueno, sí, si hace falta se marcha uno para casa y santas pascuas, pero por suerte no nos vimos en el caso.

En fin, el niño estuvo tan contento que mereció la pena el trajín, sin duda. Y es que yo, para decidir ir o no ir a un sitio, me baso en la siguiente premisa: si mi hijo no puede ir, yo tampoco

viernes, 14 de diciembre de 2012

Está lloviendo hoy...

A Pablo le gusta mucho mirar por la ventana, así que cada mañana dedicamos un ratito a ver cómo pasan los coches, la gente... si mi madre viese cómo tengo los cristales, me diría que en vez de tanto mirar cogiese un trapo y los adecentase un poco, jejeje. Sí, mamá, he puesto en internet que tengo sucios los cristales de la ventana... pero conste que tengo una buena disculpa: está lloviendo.

No sé qué le parecerá a Pablo la lluvia... ¿qué impresión puede causar en un bebé de cinco meses? Definitivamente, eso de descubrir el mundo debe ser fascinante; no me extraña que los niños caigan dormidos profundamente después de tantas nuevas experiencias cada día, unas detrás de otras. 

Lo que sí sé muy bien es lo que se me pasa a mí por la mente. No sé si  tienen razón los de "Yo fui a EGB", con eso de que "ya no hay nostalgias como las de antes";  pero yo, como nacida en 1980 y fiel devota de Barrio Sésamo, viendo así llover tras los cristales mientras el niño duerme en mis brazos no puedo evitar escuchar en mi cabeza aquella cancioncilla... ¿Quién recuerda la letra?



Pablo ya se ha despertado. ¿Sabéis que? Tampoco nos podemos quedar todo el invierno mirando a través de la ventana, cual plantas de interior. Hijo mío, esta va a ser la lección de hoy: los gallegos no tememos a la lluvia. Si lo hiciésemos, no tendríamos vida social a parte de la virtual, así que vamos a quitarnos el complejo de ficus y vamos a abrigarnos bien, pero bien bien. ¡A la calleeeeee! ;)



jueves, 13 de diciembre de 2012

Mi hijo deportista y su gimnasio

A su tierna edad Pablo ya tiene unas cuantas posesiones, pero por supuesto sus preferidas son los juguetes. Claro, a mí me pasa igual con los míos (que tienen luces, colorines y hacen ruiditos, como los de los niños), jejejeje. Hoy me ha apetecido hablaros de uno en particular, que se merece el homenaje.

Es un regalo que le hicieron a Pablo unas amigas mías, y me emocionó un montón cuando se lo trajeron porque era su primer juguete: un gimnasio de actividades, como podéis ver muy chulo y con muchos colores, me encaaaaaanta ;)
Tiene varios muñecos para colgar de distintos animalitos, uno tiene cascabeles dentro, otro bolitas... también tiene el típico espejo, y no podía faltar un muñequito con música, distintos sonidos y luces. Vamos, que da para mucho el cacharro, jejeje. A mí este me parece de los más bonitos, pero en el mercado hay un montón diferentes y de variados precios.

Desde que se lo regalaron y hasta el día de hoy ha jugado con él casi todos los días. Al principio no le puse pilas al muñeco musical, luego se lo introduje como novedad. También le fui cambiando los muñequitos colgantes de posición, la altura  del espejo... Cuando era más pequeño jugaba tumbado, agitando manos y pies, y después aprendió que dándole patadas al arco de donde cuelgan los "cachivaches" hacía sonar la música: eso fue la locura y el desenfreno, su mayor afán durante semanas...Ahora lo que le gusta es estar sentado, la posición horizontal ya lo tiene muy aburrido. El caso es que después de varios meses todavía no se ha cansado del gimnasio, así que creo que es un muy buen juguete. 

Lo que no sé es la experiencia  con gimnasios de estos para otros niños. Me imagino que a la mayoría les debe gustar, pero claro, cada bebé es un mundo. Yo por si acaso, cuando a Pablo deje de hacerle gracia voy a guardarlo a buen recaudo, que igual surge la ocasión de que lo disfrute otro niño y sería una pena que un objeto tan bonito tuviese una vida tan corta, ¿no os parece?

martes, 11 de diciembre de 2012

Los niños y el derecho a la propia imagen

Cuando hablamos del derecho a la propia imagen, habitualmente nos referimos al derecho a que nadie pueda tomarnos fotografías sin nuestro consentimiento ni reproducirlas o publicarlas por medio alguno. Pero también puede implicar otras cosas, por ejemplo el derecho que tiene cada persona a modificar su apariencia según su gusto por medio de la vestimenta, tatuajes, peinado, etc... Son dos conceptos diferentes, y me parece importante que se respete en ambos casos nuestra libertad individual. Creo que este es un tema interesante a debatir en cuanto a niños se refiere, y en esta ocasión me voy a centrar en las fotos que les hacemos.

Los padres y madres solemos bombardear fotográficamente a nuestros retoños, unos más que otros, eso sí. También es cierto que ahora se hacen muchas más fotografías que hace años porque, con la llegada de la fotografía digital, es más fácil y barato. Antes tenías que comprar carretes, sacar fotos que no sabías ni como iban a salir, y revelarlas después. Ahora, se pueden sacar multitud de fotos y quedarnos con las más bonitas, elegir cuáles imprimimos y cuáles no. En fin, no estoy descubriendo nada nuevo. Pero el tema es otro: todas estas fotos que tengo, ¿qué uso les voy a dar?

Si alguien piensa que este es un post dedicado a criticar a quienes publican en internet fotos de sus hijos está muy equivocado: este es un lugar de opinión, no de crítica. Es normal que estemos orgullosos de nuestros hijos, que nos encanten sus fotografías y queramos compartirlas. Yo, personalmente, prefiero no publicar fotos en las que se pueda reconocer a Pablo, por muy bonitas que me parezcan; y es por eso que, para ilustrar el blog, hago algunos "arreglillos" utilizando aplicaciones de edición de imágenes.

Con lo bonito que estaba, y ¡cómo lo he dejado! Gajes del "anonimato"

No es que crea que alguien va a utilizar las fotos para quién sabe qué terribles fines, es simplemente que no puedo pedirle su consentimiento para que su imagen sea publicada y claro, no sé si le va a parecer bien o mal, así que me parece más prudente esperar a que él entienda qué supone que sus fotos se cuelguen en facebook, un blog o cualquier otro sitio de la red (y para eso creo que faltan muchos años). Que yo tengo una cuenta privada de facebook en la que hay fotos mías (y de nadie más a menos que me haya dado su consentimiento expreso), y seguramente que en el futuro ponga más, pero son las fotos que yo he elegido compartir y no me importa que las pueda ver o copiar quien quiera. Menos mal que me da igual, ¿eh?, porque bien que acepté la política de privacidad del facebook como para que luego me ande poniendo melindrosa con el asunto, que esa es otra... Pero las fotos de otros... yo  no me atrevo, vaya.

También hay otro asunto, en relación a esto de las fotografías de niños, que me da bastante qué pensar, y es el hecho de que se saquen fotos de niños llorando. Porque claro, no creo que a mi hijo le hiciese ninguna gracia que su madre fuese enseñando su imagen llorando por ahí, ¿no? Yo es que me imagino el caso, y me parecería fatal encontrar ese tipo de fotos en los álbumes de mi madre. Y aún encima pensar: ¿y a quién o quienes les habrá enseñado la foto ésta? grrrrr... Pero ya no se trata de enseñarlas o no enseñarlas, sino del hecho en sí de sacarlas: ¿un bebé está llorando (o más mayor, me da lo mismo) y a mí no se me ocurre nada mejor que coger la cámara y disparar?

El que retrata a su bebé llorando lo hace seguramente porque le parece un momento gracioso, que es una imagen simpática y que cuando sea mayor seguro que le hará gracia verla. Yo esto último lo encuentro discutible si eres la mitad de maniático que yo para esas cosas, porque yo ya digo que no me haría gracia ninguna. Y lo más importante, el bebé está llorando porque tiene un motivo, el que sea: está cansado, aburrido, tiene hambre, tiene sed, quiere mimos, tiene frío... y lo que me parece más importante en ese momento es consolarlo y hacer que se sienta bien, no tomar la instantánea dichosa para guardarla de recuerdo.

Llamadme melindrosa, maniática, exagerada... pero es como yo lo veo. ¿Da o no da el tema para debate? ¿Opináis lo mismo u os parece que no es para tanto?


viernes, 7 de diciembre de 2012

Coqueteando con la alimentación complementaria (II): "Ni pa' ti ni pa' mí"

Ayer nos quedamos en el tema de los indicios que nos debe dar el niño para demostrar que está preparado para ingerir nuevos alimentos además de la leche, y se puede decir que con cinco meses y una semana Pablo los cumplía perfectamente. Ya hace unas semanas que nos acompaña a la mesa cuando comemos, perfectamente sentadito en su trona y derecho como un hombrecito, y siempre ha estado muy interesado en lo que hacemos y lo que comemos. Pero visto que insistía en estirar la mano a todo lo que nos comíamos, un buen día (pasaban unos días de su quinto cumplemés) le ofrecí un trozo de la manzana que estaba comiendo. La miró, la cogió con su manita, la remiró, hizo un par de intentos y se la llevó a la boca, chuperreteándola con singular concentración (bueno, a mi modo de ver, que no soy un observador objetivo pero vaya, chupar chupaba que daba gusto). Y ahí, de ese experimento (que terminó al aterrizar el trozo de manzana en el suelo), surgieron todas las dudas con las que terminé mi post de ayer.

Introducir la alimentación complementaria no debería traer mayores problemas porque, si lo aconseja la hojita de la enfermera, será que mal no le va a hacer. Bueno, mal no, enfermar no creo que enferme. El problema es que casi cualquier cosa que le demos a probar tendrá menor densidad calórica que la leche, y si al empezar con la AC va disminuyendo la cantidad de leche que toma, pues no parece buena idea. Conste que, por lo que he leído, el mecanismo para la producción de leche regulada por el bebé seguramente haga que aumente el contenido calórico de la leche para compensar, pero no las tengo todas conmigo. En todo caso, las frutas y verduras con las que recomiendan empezar serán menos nutritivas que la leche. 

La súper-hojita aconseja empezar con 130 gramos de fruta, e ir subiendo hasta un máximo de 250 gramos. Eeeeeeeeem...¿130? Eso, en mi tierra, es una pieza de fruta. Mucho me parece, ¿no?

Total: que decidimos que "ni pa' ti ni pa' mí", que le daríamos de vez en cuando alguna cosa a probar, pero no esperando que se la comiese, sino que la manipulase y la chupase para ir probando sabores y texturas. Básicamente, decidimos dejarle "jugar" con la comida, jejeje, y mira que nos han dicho nuestras madres siempre que "con la comida no se juega". Así que el domingo le dimos una zanahoria hervida, no demasiado blandurria para que no se deshiciese al querer agarrarla, pero tiernita. Y la sorpresa fue que empezó a chuparla pero acabó comiéndose trocitos que iba deshaciendo poco a poco, ¡el muy glotón!, con lo que le dejamos un poquito pero luego se la retiramos. También le dimos a probar en otra ocasión algo de plátano, y se ve que le encanta.

Lo malo de todo esto es que no contábamos con que se le irritase el culito, pero ya me ha dicho una compañera bloguera más experimentada que es normal cuando empiezan la AC. Como vimos que tragar traga y como precaución decidimos no ofrecerle nada más, pero cuatro días después la irritación seguía igual y pensamos que igual la pomada que le poníamos no era la más adecuada. ¿Solución?: PapádePablo llevó hoy al niño a la pediatra a ver si le aconsejaba otra crema. Respuesta de la pediatra: la irritación es normal, le dio en efecto otro producto distinto, y le dijo a PapádePablo que ¡habíamos empezado a darle de comer demasiado pronto! ¡Manda ...! Y eso que le explicó que sólo había sido un poquito de una zanahoria, si llegamos a hacer caso a los 130 gramos...

Conclusiones finales: la pediatra sabe que a los niños hay que alimentarlos con LME hasta los seis meses, pero o no sabe lo que dice el papel de la enfermera, o no le importa, o es que tienen las dos un sentido del humor un tanto curioso. Y recuerdo perfectamente que vio que me habían dado la hoja de la alimentación, porque casi me la dejo allí olvidada (ya se ve que a mí no me parecía muy necesaria), así que: ¿no será mejor que se esperen a dar instrucciones a la revisión de los seis meses? Y ya de paso que se lean bien lo que le dan a los pacientes, si no es mucha molestia... Nosotros seguiremos esperando a los seis meses para darle de comer "en serio" (trozos blandos, cosas machacadas y picadas y también purés, de todo un poco), y estos días que quedan le dejaremos algún platanito de vez en cuando para que se entretenga, y el peque tan contento.

¿Como lo has hecho/haces/harás tú?


jueves, 6 de diciembre de 2012

Coqueteando con la alimentación complementaria (I): Antecedentes



Como en mi embarazo me dediqué a leer muchíiiiiiiiiisimo por internet y un poco más, antes de que naciese Pablo ya tenía unas cuantas ideas acerca de lo que podía ser el comienzo de la alimentación complementaria. Si algo me quedó claro, diáfano y cristalino, fue que tanto la OMS como las principales sociedades de Pediatría y Nutrición Pediátrica recomiendan la lactancia materna exclusiva (LME) hasta los seis meses. También pude ver que existen múltiples teorías sobre qué alimentos introducir primero en la dieta del bebé: que si frutas, que si cereales... "Cada maestrillo tiene su librillo", o eso dicen. En fin... Y como no sólo de internet vive la madre informada, también me compré el libro de Carlos González: "Mi niño no me come". De este libro podría hablar largo y tendido, tanto de su contenido en sí como de todo lo que removió en mí su lectura, pero eso ya es materia para otro post, que prometo escribir muy pero que muy pronto.

Al cumplir Pablo cuatro meses, en la revisión de la pediatra, la enfermera me preguntó si tomaba lactancia materna o artificial, y al contestarle que materna me dijo (sic): "Puedes seguir dándole hasta los seis meses". Yo sé perfectamente lo que quería decir, que a partir de entonces empezase a complementarla con otros alimentos, pero dicho así a palo seco (es que también me pareció bastante seca la enfermera, la verdad) puede inducir a error, y pensar que a partir de los seis meses se debe dar otra leche. El problema en estos casos es que hay que ser bien claros, que luego la gente entiende las cosas como les parece. 

Lo que sí me resultó una incongruencia es que acto seguido me dijo: "Puedes empezar a darle fruta a los cinco meses, según se indica en la hoja que te doy", y me facilitó una hoja llena de instrucciones sobre alimentación complementaria. Pero, vamos a ver... ¿se recomienda dar lactancia exclusiva hasta los seis meses y fruta desde los cinco? ¿Cómo, haciendo un salto en el tiempo? Yo creo que no tienen muy claro como explicarlo, porque en la hoja ensalza la LME hasta el sexto mes y luego indica alimentos y cantidades que introducir: a los cinco meses la fruta, a los cinco y medio verduras, a los seis la carne y cereales con gluten, etc..., especificando que se sustituirán con dichos alimentos las tomas de la comida (verdura y carne) y la merienda (fruta).  Esta hoja que me dieron tiene en la esquina superior derecha el nombre del Comité de lactancia materna de la Asociación Española de Pediatría, por lo que se supone que sigue las indicaciones de dicho comité. Os invito a visitarlo, y leer los documentos de sus recomendaciones. Yo voy a poner aquí unos extractos de Cómo promover y apoyar la lactancia materna en la práctica pediátrica:

"La introducción de otros alimentos antes de los 6 meses no ofrece un aporte calórico superior sino que desplaza (el lactante regula su ingesta calórica) a la leche materna"


"Es útil recordar a las madres y sus familias que estos alimentos complementan, no sustituyen la leche materna y para ello puede ser útil ofrecerlos sin forzar la ingesta, después de las tomas de pecho durante el primer año de vida"

"Es importante introducir en primer lugar alimentos ricos en hierro (preferiblemente del grupo de las carnes) y, posteriormente, otros como las frutas o los cereales (sin gluten antes de los 7 meses)"



Por cierto que este documento de la AEP recomienda el colecho y a su vez desaconseja las técnicas de terapia conductista de condicionamiento del sueño. No digo más...

Después de leer todo esto, y teniendo claro que pienso hacer mucho más caso a la AEP y la OMS que a la hojita de marras, me quedaba una última cuestión a considerar y es que, según leí en el libro de Carlos González (indicaciones de la Asociación Americana de Pediatría), el bebé da muestras de estar preparado para la alimentación complementaria cuando:
1- Es capaz de sentarse sin ayuda
2- Ha perdido el reflejo que le hace expulsar la cuchara con la lengua
3- Muestra interés por la comida de los adultos
4- Sabe mostrar hambre y saciedad con sus gestos

Vale, si mi niño tiene seis meses, pero no muestra estos indicios, es mejor que no lo presione para comer nuevos alimentos y respete su ritmo. ¡Ya! ¿Y si resulta que el niño, a sus cinco meses, parece estar totalmente preparado? ¿Le adelanto la AC a riesgo de precipitarme? ¿Sigo esperando a los seis meses pese a la posibilidad de que si lo pide sea porque realmente lo necesita, teniendo en cuenta que la naturaleza es sabia? La respuesta que nos hemos dado PapádePablo y yo a estas cuestiones os la pongo mañana, porque me está quedando un post demasiado largo.

¡MAÑANA MÁS!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Las ventajas de la mochila

Hace ya un tiempo que prometí hablar de nuestra mochila ergonómica y ya estaba tardando, así que aquí va:

Hay muchos y variados sitios por la red donde informarse sobre el porteo y cuáles son los fulares, bandoleras y mochilas más recomendados y recomendables. Hay defensores y detractores de los distintos sistemas, y lugares donde con objetividad se destacan sus ventajas y desventajas. Con toda esta información disponible, y no siendo yo especialista en puericultura ni ergonomía ni nada relacionado, no voy a aconsejar la opción que yo elegí por encima de las demás, pero sí que estoy muy contenta con el resultado.

Me decanté por una mochila ergonómica porque me pareció, después de lo leído, lo más adecuado para el desarrollo del bebé, y como no soy muy de comprar por internet de momento, me fui a comprar una a unos conocidos grandes almacenes. La compra en sí fue bastante complicada, vamos, que nos llevó muchísimo tiempo. Para empezar, la dependienta que nos atendió no tenía ni idea del producto que nos estaba vendiendo. Vamos, que por no ser ni siquiera era una dependienta de la sección de puericultura, sino de ropa infantil, y se le notaba un montón. De hecho a PapádePablo le hubiera gustado probar con un fular de tela o una bandolera,  pero no había nadie en la tienda que supiera cómo se colocaban. Muy mal, para vender un producto hay que conocerlo bien, ¿no? 
Una vez que la dependienta nos dejó solos (total, para lo que nos servía, mejor que se fuera a ayudar a otros), estuvimos dando vueltas a dos modelos de mochila ergonómica diferentes, pero la compra la decidió Pablo. Probábamos una, y volvíamos a probar la otra (nos tuvo mucha paciencia ese día el peque), y estaba bien claro cual era en la que se encontraba más cómodo. Esta fue su elección, por cierto.

La mochila la compramos cuando Pablo tenía tres meses, y al principio no la usábamos para salir a la calle, porque me resultaba un tanto complicada ya que para bebés pequeños lleva un accesorio reductor y me parecía difícil para estar quitando y poniendo, no lo veía seguro. Entonces, ¿para qué la usaba? Pues para hacer las tareas de casa (barrer, pasar la aspiradora, doblar y guardar ropa...). Si, habéis leído bien. Yo sé que en muchas casas hay unos bebés pacíficos y tranquilotes que duermen largas horas del día en la cuna, mientras sus madres se dedican a los quehaceres de la casa, o incluso pasan el rato en hamaquitas tan campantes mientras mamá va y viene. Mi hijo no es de esos, ya os lo digo. No es que yo lo haya acostumbrado así o asá, es que Pablo es como es: necesita estar cerca de mí, que yo no salga de su campo de visión, y aunque puede estar un rato jugando solo pronto necesita contacto físico. De hecho, es lo más normal en un bebé tan pequeño, por mucho que se empeñen en convencernos de lo contrario. Y en cuanto a lo de dormir, durante la noche duerme en la cuna sin problema, pero por el día no quiere saber nada de ella. Si no está en brazos duerme como mucho diez minutos, y mi casa no se limpia en diez minutos por muy pequeña que sea. Así que la mochila me ha resultado de gran ayuda, sin duda.

Pero lo más bonito es ahora que la usamos para lo que de verdad está pensada: para el paseo. En ella el niño va la mar de contento, girando la cabeza a un lado o a otro sin perderse detalle, o echándose una pequeña siesta cuando está cansado, y mientras yo tengo las dos manos libres para hacer lo que quiera. Él se ve que se siente seguro y tranquilo, y al estar tan pegadito recibe un montón de mimos, jeje.  Además, es muy calentita, tanto para él como para mí, y el tejido (algodón orgánico) tiene un tacto muy agradable. En cuanto a lo que alguno me ha dicho de que "te dolerá mucho la espalda", puedo decir que es todo lo contrario: el peso está más repartido que si lo llevase en brazos, y puedo caminar bastante rato sin cansarme. Sobretodo es fantástica para esas ocasiones en las que necesitas moverte libremente y con comodidad: un supermercado, un centro comercial, etc... También para paseos cortos y para ir a sitios de difícil acceso con el carrito. 

Hoy por hoy no renunciaría ni a la mochila ni a la silla de paseo. Lo ideal para mí es alternar las dos cosas, al menos para el uso que yo les doy, y no podría prescindir de ninguna de ellas. Eso sí, aunque son dos artículos que me ayudan un montón, donde más tiempo pasa Pablo es en mis brazos (y los de su padre), y eso no hay nada que lo iguale. Y tú, ¿qué opinas?




domingo, 2 de diciembre de 2012

Barreras urbanísticas

Hoy, después de comer, aproveché que hacía buen tiempo para salir a dar un paseo con el peque. Nos llevamos la silla de paseo y el móvil a mano para hacer unas cuantas fotos que ilustrasen esta entrada; y es que, donde nosotros vivimos, el trayecto de un transeúnte cualquiera está plagado de pequeñas barreras arquitectónicas en forma de bordillos de acera más o menos "puñeteros". Para mí salvarlos con una silla de bebé solamente supone ser un poco hábil y empujar con algo más de fuerza, pero ¿cómo se supone que lo va a hacer un minusválido?

A continuación se pueden ver cuatro fotos. 
En la primera y la tercera, (las marcadas con un "bien") el acceso al paso de peatones desde la acera es como debe de ser: hay una rampa que termina a ras del pavimento; las ruedas se deslizan con facilidad por la suave pendiente y se puede cruzar la carretera sin mayor dificultad.

La segunda foto (esquina superior derecha) es de una de las acepciones que tiene la palabra "rampa" en mi pueblo: dícese del apaño con cemento de forma escalonada hecho para salvar el bordillo de la acera que, a parte de no servir para nada, es feo de narices. Y digo que no sirve porque estuve un buen rato intentando subir con la sillita y no había manera. Claro, en el caso de un minusválido no puede ni subir ni bajar (si no quiere dejar los dientes en el asfalto, claro).

Queda la cuarta foto: un despropósito. ¿Para qué sirve rebajar la acera si se van a quedar a medio camino y dejan bordillo igual? 

Pues así está la accesibilidad en este pueblo. Los padres que van con un carrito de bebé se apañan, pero las personas con silla de ruedas deberían poder moverse con cierta libertad, y lo veo muy difícil. Me he molestado en ir buscando rutas alternativas, pero siempre encuentro obstáculos, por eso no me extraño nada si veo sillas eléctricas circulando por la carretera en alguna calle...

Y por fin terminamos nuestro paseo. Pablo despertó cuando estaba a punto de cruzar el último paso de peatones. En ese han puesto rampa en un extremo, pero no han tenido a bien ponerla por el  otro. Se diría que es por culpa de los recortes, pero vamos, que eso está hecho en la época pre-crisis, así que no va a ser por eso...