lunes, 20 de mayo de 2013

Conversaciones absurdas

A veces ya piensa una que todo se rige por modas, hasta en los temas relacionados con los bebés. Y es que estoy plenamente convencida de que hay una serie de ideas y de frases relacionadas con ellos que se han puesto de moda, al punto de que se escuchan constantemente. Yo creo que a veces se dicen hasta sin pensar, pero claro, como están socialmente aceptadas... Me refiero a esos tópicos que la gente usa y repiten como si fuesen mantras, casi casi. El caso es que a mi me pareció un ejemplo de esto una conversación que tuve el otro día cuando fui al banco, a ver qué opináis vosotros:

Hace unos días PapádePablo dejó al peque al mediodía con sus padres mientras yo no llegaba del trabajo porque tenía una reunión. Antes de ir a recogerlo, me pasé por el banco y me encontré a una conocida en la cola, y estuve un rato charlando con ella.

- ¿Y cuántos meses tiene ya el niño? Porque es un niño, ¿no?
- Sí, se llama Pablo y tiene diez meses.
- ¡Diez ya, cómo pasa el tiempo! ¿Y qué tal? ¿Es tranquilo? 
- Muy bien, estamos encantados. A ver qué tal hoy porque es la primera vez que lo dejamos en casa de los abuelos un rato...
- ¡¡¡¿¿¿La primera veeeeeeeeeez???!!!
- Sí... 
- ¡Pues muy mal!

Así me lo espetó la mujer, toda llena de razón. Que, a ver, puedo dejarlo o no dejarlo, pero ¿muy mal? ¿cómo que muy mal? Y claro, estupefacta como estaba pregunté el porqué.

- No dejarlo nunca... eso es muy malo, malo para el niño y para los abuelos también, pobres abuelos.
- (¡Anda yaaaaaa!...) Pero... a los abuelos los va a ver siempre de visita, lo que no hace es quedarse con ellos...
- Pero tiene que acostumbrarse a quedar con los abuelos. La mía (su hija es más o menos de mi edad, algo más joven) quedaba encantada con todo el mundo: tíos, abuelos, primos... es bueno que lo acostumbres porque sino luego lo pasa peor él y peor vosotros. Y les viene muy bien.
- Bueno... es que a mí dejarlo sin necesidad pudiendo estar yo con él solo para que se acostumbre... 
-¡Noooooooo, mujer! Eso no, sin necesidad claro que no.

Ahí sí que ya me perdí del todo. A ver: lo tengo que acostumbrar para que se quede con otras personas, para que en el momento en que de verdad tenga que dejarlo no se disguste. Para ello, tengo que hacerlo antes y adelantar el disgusto, que seguro que siendo más pequeño está más preparado (?????). Pero claro, no es necesario que lo deje sin necesidad para entrenarlo. Yo no sé vosotros, pero no he entendido NADA DE NADA. Debe ser que ya lo estoy haciendo bien. O mal. O todo lo contrario.

Y a esto viene lo de las frases hechas, porque la verdad es que siempre oigo las mismas cosas, y por conversaciones como esta es que empiezo a pensar que no están muy meditadas. Porque todos saben que "se tienen que acostumbrar a...", o "les viene muy bien esto y aquello", o "las rutinas son muy importantes". Hay dos clases de personas que dicen esto: los que han hecho las cosas así, que saben cómo les ha ido a ellos pero no saben cómo les hubiese ido de otra manera, y los que hablan de oídas porque son las frases que todos repiten. 

Yo como soy muy rara, lo dejaré si se hace necesario y por el tiempo necesario, básicamente porque me da la gana. Porque cada cual tiene su opinión sobre estos temas, pero a mí nunca se me ha ocurrido irle a decir a una madre si hace bien o hace mal, no soy tan atrevida. Y la idea de este post no es debatir si los bebés deben acostumbrarse o no a quedarse en casa de personas que no son sus padres, sino dejar bien claro que no me parece bien ir por ahí criticando a las demás madres por no hacer lo que haces tú. Ni lógico, ni correcto, ¿no os parece?

domingo, 5 de mayo de 2013

Mamá

Hoy, para variar, no voy a hablar de Pablo. Hoy voy a hablar de otra niña, una que conoció PapádePablo hace ya unos cuantos años. Era una vecina suya, que según él siempre recuerda que iba con vestiditos y coletas con lazos y calcetines de puntillas, yo creo que exagera un poco... :)
Bueno, quizás no exagera tanto, porque la madre de la niña en cuestión me ha contado que cuando aprendió a andar, no quería caminar pisando la hierba y sólo andaba por donde había baldosas o asfalto. Jeje, igual un poco repipi sí que era. Pero al grano, porque la protagonista de este post no es la niña, sino su madre, MI madre. La mejor, como comprenderéis, por descontado.

Las madres son nuestras primeras maestras. De ellas aprendemos infinidad de cosas, directa e indirectamente sin apenas darnos cuenta. Y es curioso la de cosas que puedes llegar a recordar de esas que hacías con tu mamá de pequeña. Yo por ejemplo me acuerdo mucho de que hacíamos pompones de lana, o de cuando nos enseñó a bordar a mi hermano y a mí a punto de cruz. O de hacer rosquillas, y buñuelos de viento, ¡qué ricos!

La verdad es que "se lo curraba" un montón. Teníamos muchos juegos de mesa, y cuando éramos pequeños, como las preguntas de algunos eran difíciles, nos hizo nuestras propias preguntas adaptadas a nuestra edad, recortando y escribiendo en cartulinas de colores, con dibujos pintados en la parte trasera como las tarjetas que traía el juego. Y lo mejor de todo: jugaba con nosotros, y hacía los puzles con nosotros, y decorábamos el árbol con adornos caseros cuando era navidad y calcábamos dibujos de revistas en la ventana del salón.

Pero mi madre a lo largo de los años por supuesto me enseñó muchas más cosas, de las que quizás hablo menos pero que le agradezco infinito. Sobre todo me enseñó, con el ejemplo, a ser persona, mujer y madre. De ella aprendí a ser independiente y lograr las cosas por mí misma, al mismo tiempo que a valorar la familia por encima de todo. La familia de la que uno viene es muy importante, la familia que uno forma es lo principal, esta fue una de las mejores lecciones.

También me enseñó cómo se educa a los hijos con respeto, eso de lo que ahora hablamos tanto y que en tantas ocasiones la gente no cumple como debiera, y que para ella era una obviedad. ¿Y cómo lo hizo? Demostrándome que mi opinión era importante, que podía tomar mis propias decisiones, aunque tuviese su opinión y consejo cuando lo necesitara. Me dio confianza y me permitió cometer mis propios errores, sin recriminármelos luego pero estando ahí siempre, como debe hacer una madre.

Gracias, mamá. Por todas esas veces que me llevaste a clase cuando se me hacía tarde. Por todos esos bajos de pantalones que me cosiste avisándote en el último momento. Por dejarme tu ropa para salir aunque a veces te la estropease. Por soportar mi desorden y no cumplir la amenaza de tirar todas mis cosas a la basura (ufff, menos mal...). Por irme a buscar a las tantas de la madrugada, con la pereza que tiene que dar eso...

Una anécdota que ilustra perfectamente lo que es una madre: hace unos días me reincorporé al trabajo, y la segunda noche que trabajé PapádePablo tampoco estaba en casa, así que yo tenía un disgusto enorme porque no lo pudimos arreglar de ninguna manera y el peque tenía que pasar la noche sin sus papás. Yo no quería llevarlo a dormir a la casa de nadie, pero no hizo falta porque mi madre se ofreció a venir ella a dormir a nuestra casa, sabiendo que seguro que no dormía casi nada y el día siguiente tenía que trabajar. Lo gracioso del caso es que me dijo: 
- "Lo malo es por la mañana..."
- "Pero mamá, por la mañana ya estoy yo con Pablo, que a las seis y media ya estoy de vuelta."
- "Ya, pero así no puedes dormir..."
¿Veis? Tu madre puede pasar sin apenas dormir para hacerte el favor, y se lamenta de que tú no duermas por cuidar a tu propio hijo. Porque así son las madres, las mejores, las más generosas y las más abnegadas.

¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!
A la mía y a todas. Y a mí misma, ¡hala!, que de momento mi hijo no sabe hablar... ;)