Desde que soy madre, creo que me he vuelto más crítica con la sociedad. Parece que soy más consciente de que en muchos aspectos impera la falta de valores, y me preocupa criar un hijo en un mundo egoísta, materialista e insolidario. Son días que me siento negativa, supongo, aunque en otros me siento con muchas energías y ganas de poner mi grano de arena para cambiar las cosas. Me ilusiona pensar que en un futuro el mundo será mejor, porque las personas habremos aprendido a ser mejores.
Pero hoy no es uno de esos días. En una jornada trágica como ésta, que he pasado con un nudo en la garganta mientras seguía la información que daban en los medios sobre el lamentable accidente de Santiago, he llegado al final del día con una conclusión: aunque algunos sectores de la sociedad y personas concretas no están a la altura de lo que deberían, en general la ciudadanía es tan grande, nos rodea tanta buena gente que hacen que el mundo merezca la pena.
A lo largo de este día hemos podido ver vecinos desesperados por ayudar con todos los medios a su alcance. Bomberos, Policía, Protección Civil esforzándose al máximo. Personal sanitario que acudió unánime al auxilio de los heridos, ya estuviesen de servicio o bien de vacaciones, de baja, o incluso desempleados gracias a los famosos recortes. Por ver, hasta hemos visto pacientes abandonar los hospitales voluntariamente para dejar más espacio disponible.
En poco tiempo proliferaron las colas para donar sangre, tanto en el Centro de Transfusión de Galicia como en distintos hospitales. Todos querían ayudar, hacer lo posible para salvar vidas...
Porque el ser humano es así: solidario, generoso, luchador, desprendido, valiente. Porque nos unimos ante la adversidad. Porque sabemos que cada vida es valiosísima, única, preciosa.
Así que sí, me doy cuenta de que los grandes valores todavía mueven a la sociedad. Y cuando Pablo sea grande, si algún día me pregunta por esta tragedia u otras similares, tengo el consuelo de poder decirle que, pese a todo lo malo y lo terrible, muchas vidas pudieron salvarse, y muchos que sufrían encontraron apoyo y consuelo. Porque el ser humano es grande y maravilloso, aunque a veces se nos olvide.
Somo humanos ante todo, algo que ni los malos gobernantes podrán vencer, Adelante y los acompaño en este momento.
ResponderEliminarun gran abrazo.
Muchas gracias, y otro abrazo fuerte para ti :)
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ResponderEliminarAins, guapa! Qué pena, de verdad... Como dices, el ser humano es grande y maravilloso, pero manda narices que tenga que pasar algo así para que lo recordemos...
ResponderEliminarUn beso muy fuerte, supongo que allí, más cerca, debe de ser aún más duro. Esperando un post más feliz tuyo y de Pablo me quedo, eh!? Muaak! :)
La verdad que se te pone el cuerpo al revés cuando ves estas noticias y se te remueve el alma pensando en la vida. Desde luego lo mejor que tenemos son las personas llanas, las que nos ayudamos en el día a día y con las que siempre podemos contar.
ResponderEliminarMuchos besos, espero que todo vaya bien por allí!
Cuánta razón tienes, en este país hay mucha gente grande y buena que se esfuerza por salir adelante y está siempre dispuesta a echar una mano a los demás. Estos héroes anónimos, a los que nadie concederá nunca ninguna medalla, son los que vale la pena admirar e imitar. Me ha gustado mucho tu reflexión. Un beso.
ResponderEliminarMe ha impactado la noticia, y más ocurriendo en mi comunidad (duele un poquito más), pero también me he sentido orgullosa y he vuelto a creer un poquito más en la gente: gente que empatiza con las víctimas sin buscar medallas ni reconocimientos.
ResponderEliminarUn abrazo!
The end
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