viernes, 26 de octubre de 2012

La habitación de Pablo

Cuando vas a tener un bebé, la mayoría de la gente da por hecho que estás como loco/a preparando su habitación, y en muchos casos es cierto. Pintar de un color bonito, comprar muebles infantiles, coordinar todo para que sea digno de revista de decoración... en fin, esas cosillas. Los padres suelen dedicar horas y horas a decorar el espacio para el rey de la casa, y algunos te van enseñando fotos del paso a paso para que admires sus progresos artísticos con la brocha gorda. Es inevitable, todo lo relacionado con un futuro hijo siempre hace mucha ilusión, es como cuando le compré su primera ropita a mi niño y no dejaba de mirarla, toda ñoña yo.

Al tema: La habitación de Pablo es la que podéis ver en la foto. El resto de la habitación lo componen la cama de papi y mami, el armario de los tres, la cómoda, dos mesitas y poco más. No es que tengamos la habitación preparada para cuando sea más grande: es que no tenemos más. Cocina, baño, dormitorio, salón, y se acabó la visita guiada por la casa. Hay alguna persona que, habiendo estado en mi casa, me preguntó en su momento si ya tenía listo el cuarto del bebé, serán lapsus que tiene la gente... como siempre se preguntan las mismas cosas a los padres primerizos, cogen carrerilla y ya ni lo piensan.


Algún día nos mudaremos de casa para que pueda tener su espacio, su cama, armario para sus cosas... pero de momento no tenemos mucha prisa, ni nosotros ni creo que Pablo la tenga tampoco. De hecho, hasta los tres meses durmió en nuestra cama y ahora en una cuna de colecho, de esas que se enganchan a un lado de la cama y son como una extensión de ésta. Para nuestra pequeña familia ha resultado ser la fórmula perfecta.

Cuando elegí la cuna lo hice con mucha ilusión, pensando en lo bonito que sería tener al niño ahí tan cerquita y lo acompañado y seguro que se sentiría él, pero mira por donde se ve que lo que para mí era cerca para él era lejíiiiiiiiiiiiiiiiiiiisimos. Después de dos noches de acostarlo dormido, despertarse llorando, dormirlo de nuevo y repetir el ciclo casi como si fuese un bucle sin fin, nos dimos cuenta de que estábamos haciendo el tonto y lo metimos en la cama a dormir, y ahí empezamos a dormir mucho más a gusto. Bueno, lo que se dice a gusto el padre no estaba, porque terminaba durmiendo en una esquinita (nuestra cama no es de las más grandes, no) y yo estaba convencida de que un día aterrizaría a la altura de sus zapatillas. Así que cuando ví a Pablo un chico mayor, maduro y desenvuelto, a sus tres meses, lo pusimos a dormir en la cuna y ¡hala, a la primera!, a dormir a pierna suelta.

Los primeros días la del problema era yo, la verdad. Me quedé un poco triste. Los chicos dormían cómodos pero yo lo echaba de menos a mi lado un montón, y eso que sólo estaba unos pocos centímetros separado de mi cuerpo. Entonces me puse a pensar en cómo podía siquiera existir la posibilidad de que un niño tan pequeño durmiese sólo en otro cuarto: ¿cómo voy a verlo dormir con esa cara de paz?¿y si le pasa algo, cómo miro yo si respira? (venga, que sí, que todas hemos mirado si respira, que mi madre también lo hacía...) ¿cómo voy a hacer para darle de comer como ahora, al primer gruñidito y sin que llegue a despertarse? ¡Con lo bonito que es cogerlo para darle el pecho en la cama y seguir durmiendo los dos!

Hoy por hoy parte de la noche la duerme en la cuna y parte en la cama, porque después de darle de comer da mucha pereza volverlo a mover, aunque ni me tendría que levantar. También porque es irresistible tenerlo ahí pegadito, lo reconozco. Es una de las mejores sensaciones que he tenido en la vida, y el que no la haya probado no sabe lo que se pierde. Y si  alguien no me cree, que haga la prueba: Pablo y yo lo recomendamos encarecidamente.

3 comentarios:

  1. Jjajajaa, parece que este post lo hubiese escrito yo!!
    Olivia si que tenía una habitación preparada... que ahora es el cuarto de los trastos, jajaa.
    Nosotros empezamos igual... al ponerla en la cuna se despertaba, otra vez teta, otra vez dormirla, otra vez cuna y otra vez despierta. Al mes nos la metimos en la cama... y empezamos a dormir los tres! si lo hubiese sabido antes, en el mismo hospital hubiese dormido con ella ya. Para el siguiente lo tengo claro.
    Ahora Olivia duerme como Pablo en su cuna de colecho, en la cama, o donde le apetece... y es que no hay nada como dar la tetita a oscuras, sin levantarte y casi sin abrir los ojos.
    Sin duda alguna, dormir con tu bebé es la mejor sensación del mundo, y hay que quitarse de encima todos las gilipolleces culturales. Cuánto daño nos han hecho
    Colecho power! :)

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    1. ¡Colecho power, muy bien dicho! Tengo la sensación de que hay más padres que colechan de lo que se dice por ahí, ¿no te parece?: ¡Familias, salid del armario! jejeje. Gracias por tu visita, tocaya (yo también soy Verónica), vuelve cuando gustes ;)

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  2. Pues si, yo también creo que hay muchisimas mas. Y elpadredelacriatura cree lo mismo. Él lo prodiga alegremente en su trabajo... y varias madres se le han confesado ;)
    Asi que somos tocayas? jejeje.
    Te sigo de cerca!

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