lunes, 22 de octubre de 2012

¿Que si mi hijo es bueno?


Yo tenía cara de buena, ¿no?

Vaya por delante que Pablo, hoy por hoy, tiene cuatro meses. Pues no podría decir cuántas veces en este tiempo me han hecho la dichosa preguntita, pero vamos, que ya son unas cuantas. Y todavía no he encontrado a nadie que se quede conforme con mi respuesta: Es un bebé, ¿cómo no va a ser bueno?


¿Es que acaso somos malos por naturaleza? Porque en cuatro meses que tiene la maldad tendría que haberla traído "de fábrica". En el mismo paritorio me habría mirado de reojo y pensado: ¡esta se va a enterar, vamos hombre!
Si esto fuese así, si la naturaleza del ser humano fuese tender a la "maldad", está claro que el paso a seguir por los padres y educadores es reprimir esa naturaleza, controlarla, incluso yo diría que aplastarla. De ahí esos métodos tan extendidos  que propugnan la imposición de límites estrictos y normas sin las cuales los niños no serían más que duendecillos "asilvestrados". Esto de asilvestrados lo escucho mucho en mi entorno cercano, no es una exageración: es lo que se piensa de los niños. Ahí es nada...


Pero ¿y si resulta que lo entendemos de otro modo, y pensamos que nacemos buenos, en ausencia de maldad? Entonces la personalidad de cada niño sería algo hermoso que cuidar y proteger. No me refiero a que haya que cuidar y proteger la integridad física del niño, eso ya lo hace cualquier persona en sus cabales, sino que hay que mimar con más esmero si cabe la parte emocional. 
Porque podría ser que mi hijo viniese al mundo con una oculta carga de mala leche y yo no me esté enterando, pero  lo encuentro poco probable.

Llegados a este punto, lo cierto es que ninguna de las personas que me han hecho el comentario de marras se ha puesto a disertar acerca de la bondad y la maldad del ser humano. ¡Es un modo de hablar, mujer! No es que sea malo o bueno, que es pequeño. Es que hay niños que se portan mal y otros unos soletes que se portan muy bien.
¿Y qué es eso de portarse bien?¿qué tiene que hacer un niño? Obedecer a todo lo que le digan sus padres, o cualquier otra figura de autoridad. Aceptar las órdenes sin replicar, saber estar calladitos y quietos en esos momentos en que resultan molestos, y si son bebés pequeños dormir cuando a sus padres mejor les convenga y mantenerse tranquilos si se encuentran solos. Acabáramos.
Pues en mi opinión no son ni buenos ni malos, los bebés son bebés, con su personalidad y todo aquello que poco a poco nos va diferenciando a unos de otros. Tal vez cuando entramos en conflicto con ellos los que resultamos buenos o malos somos los adultos, pero a nosotros nunca se nos cuestiona del mismo modo. Procuraré recordarlo.


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