Dos semanas nada más. En dos semanas, evoluciono de madre a secas a madre trabajadora, con todo lo que esto supone. Y me siento rara, muy rara, como si fuese a hacer algo totalmente nuevo para mí...
Desde que nació Pablo he vivido de manera muy distinta a como lo hacía antes, con otras costumbres y con otros intereses. El centro de mi mundo, cada día, es mi niño. De hecho, no me avergüenza decir que el resto del mundo me da bastante igual: sí es cierto que más o menos sigo las noticias, pero no tanto como antes, ni tengo mucho interés por salir a parte de tomar algunos cafés esporádicos con las amigas o pasear al niño. Bueno, y las visitas familiares, claro. Y no me aburro nada, la verdad.
Cualquiera diría que compartiendo 24 horas al día con la misma persona, se te pasa el tiempo despacio, pero no. A mí al menos se me ha pasado volando, y ahora tengo que volver a rutinas que ya me parecen como de una vida pasada. Supongo que cuando esté en el trabajo ya no lo veré todo tan extraño, o al menos eso espero, porque tengo la sensación de que me estaré preguntando "¿qué hago yo aquí y Pablo en casa? ¿me echará de menos? ¿se arreglarán bien sin mí?"
En entradas anteriores (
esta y
esta, concretamente) comentaba que estaba a vueltas con el asunto de la
lactancia. Ese tema ya lo tengo más o menos resuelto. Bueno, resuelto no es la palabra, porque el problema sigue ahí, lo que tengo resuelto es lo que voy a hacer. Desde la AEPED, después de una respuesta a mi consulta muy completa, me indican que siguiendo determinadas medidas de seguridad no debería dejar la lactancia, aunque sucede que en mi puesto eso es complicado (por algo me dieron la "baja"). Después de mucho reflexionar, he pensado en seguir para ir dejándolo poco a poco. Me explico:
En primer lugar intentaré extremar las precauciones todo lo posible, que ese tipo de cosas siempre se pueden hacer un poco mejor. Luego, me imagino que empezará a tomar menos leche porque cada día le vamos a dar algo de la que tengo congelada, con lo que irá bajando la producción, aunque desde luego no le voy a negar el pecho porque muchas veces lo que realiza es succión no nutritiva, y yo no quiero que le falte ese sostén emocional tan importante. La idea es ir estirando las reservas que tengo hasta que pueda tomar leche de vaca al año de edad, (es decir, los dos meses que faltan) y entonces ir sustituyendo gradualmente una leche por otra. Vamos, que más que dejar de darle prefiero que lo deje él poco a poco, ya veremos cómo nos va. Y actúo así por prudencia, porque si yo pudiese no me apuraría nada a darle leche de vaca ni derivados lácteos, pero parece conveniente en mi caso particular.
También hablé en una entrada anterior de la
conciliación. Concretamente fue a finales de diciembre, y desde entonces ya han cambiado bastante las cosas. ¿Porqué? Pues porque se han modificado los horarios y volvemos a los turnos que teníamos hace más de dos años, al menos durante una temporada. Esto es, trabajar a turnos rotativos de mañana, tarde y noche. Así que mis planes de adaptar los horarios ya no me servían, y hemos optado por la
reducción de jornada a seis horas diarias, de 06 a 12, de 12 a 18 y de 00 a 06. Gracias a que PapádePablo tiene horarios flexibles, que si no...
En fin, que ya está todo pensado. Casi casi solamente me falta planchar las batas blancas, esas que llevan año y medio en un armario metidas. A partir de ahora sabré el verdadero significado de las palabras "madre trabajadora", porque hasta ahora tengo la sensación de haber visto los toros desde la barrera. Bueno, la sensación no, es un hecho. ¿Y sabéis qué os digo? Que he aprendido mucho mucho. Que ahora entiendo a las madres que quieren seguir trabajando, y también comprendo a las que deciden dejar su empleo para atender a sus hijos. Que tan "modernas" o "antiguas" son las unas como las otras. Que todas quieren lo mejor para su familia, y todas tienen buenos motivos para hacer lo que hacen. Y que a mí no me importaría nada dejar de trabajar para atender a mi hijo, pero que las circunstancias son otras y pienso disfrutar también de todo lo bueno que implica tener un puesto de trabajo.
Y ahora, ¡a disfrutar a tope de estas dos semanas!