jueves, 21 de marzo de 2013

Ellos ya saben cómo jugar, ¡son expertos!


Desde que soy madre, imagino que a todos/as os pasará lo mismo, me planteo cosas sobre los niños que nunca se me habían ocurrido. Una de ellas está relacionada con el juego. Y es qué, ¿no os parece que en ocasiones les damos instrucciones innecesariamente a los niños, incluso para que jueguen? Los niños ya escuchan constantemente el "haz esto" "no hagas lo otro", como para que aún encima también les tengamos que decir cómo jugar. No me refiero, por supuesto, a enseñar las reglas de un juego de cartas, o cómo se juega al fútbol, o que el parchís tiene unas normas definidas. Me refiero a cuando ponemos un juguete cualquiera en sus manos y el niño hace lo que su imaginación le dicta con él, mientras el adulto dirige: "nooooo, cógelo así, ¿ves?" "eso no se hace así, mira, tienes que hacerlo de esta otra forma"...

Tenía un juguete guardado desde navidades, como un "as en la manga" para cuando Pablo se aburriese de los que ya usaba o lo viese preparado para él, porque la verdad es que es para niños de un año de edad. Es el xilófono (bueno, metalófono en todo caso) que veis en la foto, ¿a que es bonito? Pues hace unos cuantos días se me ocurrió sacarlo en vista de que los juguetes habituales ya se le empezaban a repetir un poco al pobre.

Lo primero que se pasa por la cabeza es: abriré la caja, cogeré la baqueta y le enseñaré cómo suena, ¡qué sorpresa se va a llevar! Pues bien, pensando en lo que explicaba al principio del post decidí sacar el xilófono y la baqueta y dejarlos delante de él, sin más, para que él mismo lo descubriese, y me dispuse a observar. Pablo lo miró, me sonrió, y agarró la baqueta, casualmente por el extremo pensado para ello, ¡y directamente hizo sonar el instrumento! No, no es un genio, jejejeje, es que casualmente acertó a la primera con la manera de hacerlo sonar, pero puso una cara de sorpresa y alegría por lo que había hecho que se me cayeron ríos de baba. Luego probó a golpear todo lo que se encontró para ver a qué sonaba, y de nuevo al xilófono, jugó con la caja de cartón (no fallan nunca), aporreó la caja también, incluso a mí... 

Desde entonces juega un poco todos los días con él, a veces conmigo y a veces con su padre, y ya lo hemos hecho sonar para él (trae unas partituras de cancioncillas infantiles, entiendo que para los padres porque de momento que yo sepa los niños de un año partituras no leen, ¿no?). Pero si lo hubiésemos hecho en un principio, se habría perdido ese momento del descubrimiento, esa cara que me puso de ¡Mami, mira lo que he hecho yo solito! Igual os parece una tontería, una pequeñez, pero a mi me parece uno de esos momentazos que no se le deben estropear a un pequeño explorador.

Y aquí lo dejo por hoy. Me voy a dormir, a soñar con que Pablo el día de mañana me componga una sonata, jejeje...

viernes, 15 de marzo de 2013

Viernes dando la nota: Viene y Va


Esta es la semana del regreso y, cómo no, también vuelvo a unirme al carnaval musical de los viernes. Hoy lo hago con esta canción de "Fito y Fitipaldis", principalmente por dos motivos:

  • Esta tarde estuve bailando y cantando con Pablo, y especialmente con esta canción se lo pasó en grande, y mi hijo tiene muy buen gusto, así que...
  • Esta canción también me trae recuerdos en particular, de un momento de mi vida en que estaba bastante "ploffff". Pero veréis, no es un recuerdo malo, sino todo lo contrario: muchos de aquellos días los pasé con amigos, (en especial una que a veces se da una vuelta por aquí) tomando algo en el bar de otro amigo. Cuando me veía el hijo del dueño, un sol de chaval, siempre me ponía a Fito porque sabía que me gusta mucho y me animaba. Para mí, esta canción simboliza la suerte que tengo de tener buenos amigos, una suerte que afortunadamente no viene y va, sino que siempre está ahí conmigo.
¡Feliz fin de semana!



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miércoles, 13 de marzo de 2013

Esos piquitos de oro

Yo no sé si alguno/a se sentirá identificado con esta escena. Os voy a describir a los personajes:

  • En el centro, Pitufina, o sea la menda, con su Bebé Pitufo cualquier día en cualquier lugar de los que frecuentan cuando salen de la paz de su hogar.
  • A la izquierda, Papá Pitufo. Papá Pitufo puede ser cualquiera de los pitufos experimentados y sabios que nos rodean, y tienen a bien darle a mi hijo toda clase de instrucciones educativas, ¡qué amables ellos!
  • Para terminar el cuadro, tenemos al personaje de la derecha. Es el que me inspira la respuesta que muchas veces le daría a los Papás Pitufos, pero vaya, que me suelo cortar... que si no...

Y es que, yo me pregunto: ¿porqué la gente tiene la costumbre de afanarse en educar, o enseñar, o qué se yo, a los bebés/niños aún ante las atónitas narices de sus padres? Os voy a poner unos ejemplillos de las cosas que Pablo y yo oímos con frecuencia, y me ponen de color pitufo:

  • Noooooo, a la boca noooo!: Cuando Pablo descubrió que sus manitas y deditos eran suyos, pasó una etapa en la que se le dio por meterlos en la boca y saborearlos. Normal, ¿no? Pues se ve que para muchos no, porque siempre había algún espontáneo que le decía "no se chupan los dedos", aun viendo que yo le dejaba hacerlo. Incluso tuvieron que ver mis ojos cómo le sacaban la mano de la boca repetidas veces, a lo que yo les contestaba: Pero déjalo, que los dedos son suyos! Pero nada, ni caso. Esto no sólo pasa con los dedos, porque el mundo está lleno de cosas dignas de conocer, y una buena manera de hacerlo suele ser pegarles un rechupeteo. Y si no es peligroso, ni está sucio, ni es su ropa que corra peligro de quedar empapada, pues siempre le hemos dejado. Ahora ya no lo hace tanto, porque se ve que manipular las cosas, cogerlas y soltarlas, va cobrando más importancia. Todo el mundo sabe que la fase de meterlo todo en la boca la pasan todos los bebés, y está más que demostrado en que ellos solos la abandonan sin que nadie tenga que insistirles. 
  • Eso no se toca: Cuando se trata de algo que no pertenece al que opina, y la madre deja que el bebé lo coja tan tranquila, ¿para qué va a venir otro a quitárselo? No me lo explico...
  • ¡Coooooome, que hay que comerlo todo!: Comer con público puede llegar a ser un poco estresante. Lo bonito del caso es que el mío es un niño con bastante buen apetito, que come tan tranquilo lo que le ofrecen hasta que decide que no quiere más, ya sea de su propia mano como lo que le damos con cuchara. Pues bien, incluso con el niño comiendo encantado, se escucha de fondo la famosa frase. Debe ser un tic, una manía que ha adquirido la generación anterior a la mía y ya no pueden soltarla...
  • Paaaaaablo, noooo, ¡no hay que enfadarse!: Bueno, bueno, bueno... esta es taaaaaan típica... Parece que los niños no tienen derecho a enfadarse. Los adultos sí, claro, que medimos más, pero los niños, que tienen menos madurez y recursos (y no entienden cosas como, un suponer, que no puedes darles un cuchillo para jugar) no se pueden enfadar que eso incomoda mucho. Hay que ser más reprimiditos...
Habrá quien me diga que como el niño es aún pequeño no importa mucho porque no lo entiende, pero es que está clarísimo que estas cosas y muchas más se las seguirán diciendo a medida que crezca. A mí me fastidia bastante, la verdad, porque Pablo escucha demasiados "no" para mi gusto, y la mayoría no vienen ni del padre ni de mí, que sólo los usamos cuando el niño corre un peligro, o, por ejemplo, lo corren las gafas de su padre (es una batalla que PapádePablo de momento va perdiendo, jajaja). 

En fin, hay una serie de cosas que nosotros decidimos que no se pueden hacer. Pero nosotros, como padres, que sabemos qué educación queremos darle a nuestro hijo, no todos los demás. Los demás que le cuenten cosas, que jueguen, etc... PapádePablo me dice que no me moleste, que es una batalla perdida. Creo que tiene razón, pero vaya, ¡de escribir un post no me quita nadie! XDDDD

martes, 12 de marzo de 2013

¡Estamos de vuelta! Hoy la cosa va de... primeros dientes

¡Por fin vuelvo a la vida activa en la blogosfera! Después de unas semanas rarunas en las que redescubrí la vida sin portátil (no está mal, que conste, a menos que pretendas tener un blog al día), están solucionados los problemas tecnológicos y volvemos a la carga. Solucionados a base de comprar un equipo nuevo... en fin...

Desde que no escribo tengo un montón de cosillas acumuladas de las que hablar, y una de ellas es el tema que nos ocupa: ¡los dientes! Después de los vaticinios fallidos, esos que decían que ya le iban a salir los dientes cuando tenía ¡tres meses! (sí, eso escucharon mis oídos un día...), a Pablo le salieron sus primeros dientecillos justo al cumplir los 8 meses de edad. Mira que pueden ser lindos dos dientes, jejejeje, a los ojos de una mamá. :)

Ya desde que tenía seis meses me estaba yo planteando el tema de la higiene dental, porque esperaba que le aparecieran cualquier día, y me puse a buscar información por internet. Entre otras cosas leí que se debían limpiar las encías con una gasa y suero fisiológico ya desde antes de salir los dientes, pero nunca se me había ocurrido hacerlo, la verdad. Eso sí, desde que le empecé a dar comida le doy de beber siempre un poquito al terminar, esperando que arrastre restos que le puedan quedar.

Lo mejor en un caso de duda es preguntar  a los profesionales, pero me resultaba exagerado ir a visitar a mi dentista para preguntarle esto, más que nada porque hacía poco que la había visitado y, aunque es muy maja, tampoco es cuestión. Entonces caí en la cuenta de que unos amigos de PapádePablo, tanto él como ella, son los dos dentistas. Y además padres. Así que como viven en otra ciudad les consulté por internet. Os voy a poner aquí parte del mensaje que me envió nuestro amigo como respuesta, por si a alguien le pudiera ser de interés:

"Lo de la gasa y el suero puede estar bien, pero si toma agua con facilidad limpiará sin problema por ella misma mientras no tenga dientes, al no haber ninguna zona donde se produzca retención de alimentos...
Otra cosa es cuando comiencen a salirle los dientes, os daréis cuenta que comenzará a "morderlo" todo con las encías con bastante insistencia y puede llegar a presentar enrojecimiento (inflamación)...., para esto existen pomadas en la farmacia (...), ah, y los mordedores son muy recomendables.
Por lo demás en cuanto tenga dientes, desde luego es necesario cepillárselos, pues la calidad de la dentición definitiva depende en gran medida de no tener problemas con la temporal. Lo mejor que podéis hacer es intentar fomentar en Pablo el hábito y hacerlo siempre a la misma hora, con un cepillo llamativo de colores, con un muñeco o algo que le guste particularmente, inicialmente sin pasta y a partir de los 2 añitos ya hay pastas especiales... Es suficiente hacerlo una vez al día a conciencia, empezando lógicamente vosotros, para poco a poco pasarle la responsabilidad a él ( para que te hagas una idea, nuestro hijo va a hacer 3 años y tratamos de que se cepille él sólo días alternos, el resto nosotros)."



El que veis en la foto es el primer cepillo que le he comprado a Pablo, es de silicona y muy blandito, y me pareció que estaba bien para empezar porque me daba un poquito de miedo lastimarle. Luego pasaremos a buscar uno chulo chulo para que lo encuentre bonito, como me aconsejó nuestro amigo :)

Pablo siempre me había mirado con interés cuando me veía lavarme los dientes, se reía y todo, y un buen día se llevó la sorpresa: ¡ahora a él también se los lavo! Tendríais que ver su carita de felicidad, vaya sonrisota... Se ve que está orgulloso de sus dientitos, y de que mamá se los limpia a él y luego se los lava ella, todos los días después de cenar. Abre la boquita todo contento, se ríe, me enseña los dientes... y yo le paso el cepillito por dientes, encías y lengua. ¡Vaya chico mayor que tengo! Vale, se ve que me está cayendo un poco la baba... no lo puedo evitar, jejejeje.

miércoles, 27 de febrero de 2013

Frato: Viñetas siempre actuales

¡Buenísimos días! Estoy de buen humor porque me han dicho que a finales de semana podría estar listo mi portátil, y eso quiere decir que puedo volver a tener el blog en condiciones. Ya sé que últimamente sólo faltan las plantas esas rodantes de las películas antiguas del oeste para rematar el aspecto de abandono y desolación, ainsss...

Tengo un montón de post pendientes, pero de momento quiero compartir con vosotros unas viñetas preciosas, que tienen ya sus años pero que yo acabo de descubrir junto con su autor, el psicopedagogo Francesco Tonucci, "Frato".

¡Que paséis un buen día!




Nota: Hoy como excepción he cogido imágenes de google, pero las retiraré sin problema ante cualquier objeción, gracias.