jueves, 25 de julio de 2013

Gente Grande

Desde que soy madre, creo que me he vuelto más crítica con la sociedad. Parece que soy más consciente de que en muchos aspectos impera la falta de valores, y me preocupa criar un hijo en un mundo egoísta, materialista e insolidario. Son días que me siento negativa, supongo, aunque en otros me siento con muchas energías y ganas de poner mi grano de arena para cambiar las cosas. Me ilusiona pensar que en un futuro el mundo será mejor, porque las personas habremos aprendido a ser mejores.

Pero hoy no es uno de esos días. En una jornada trágica como ésta, que he pasado con un nudo en la garganta mientras seguía la información que daban en los medios sobre el lamentable accidente de Santiago, he llegado al final del día con una conclusión: aunque algunos sectores de la sociedad y personas concretas no están a la altura de lo que deberían, en general la ciudadanía es tan grande, nos rodea tanta buena gente que hacen que el mundo merezca la pena.

A lo largo de este día hemos podido ver vecinos desesperados por ayudar con todos los medios a su alcance. Bomberos, Policía, Protección Civil esforzándose al máximo. Personal sanitario que acudió unánime al auxilio de los heridos, ya estuviesen de servicio o bien de vacaciones, de baja, o incluso desempleados gracias a los famosos recortes. Por ver, hasta hemos visto pacientes abandonar los hospitales voluntariamente para dejar más espacio disponible.

En poco tiempo proliferaron las colas para donar sangre, tanto en el Centro de Transfusión de Galicia como en distintos hospitales. Todos querían ayudar, hacer lo posible para salvar vidas... 

Porque el ser humano es así: solidario, generoso, luchador, desprendido, valiente. Porque nos unimos ante la adversidad. Porque sabemos que cada vida es valiosísima, única, preciosa

Así que sí, me doy cuenta de que los grandes valores todavía mueven a la sociedad. Y cuando Pablo sea grande, si algún día me pregunta por esta tragedia u otras similares, tengo el consuelo de poder decirle que, pese a todo lo malo y lo terrible, muchas vidas pudieron salvarse, y muchos que sufrían encontraron apoyo y consuelo. Porque el ser humano es grande y maravilloso, aunque a veces se nos olvide


domingo, 23 de junio de 2013

Feliz feliz en tu díaaaaaa...


¡Holaaaaaaaa! Ya sé que soy una ingrata y llevo mucho tiempo desaparecida, y también sé que os debo una entrada sobre las impresiones de la vuelta al trabajo, pero cada vez que tengo la intención de escribir el peque no me deja, y cuando me deja (porque se duerme) ya no puedo con las pestañas... Pero bueno, hoy he buscado un ratito para hacer ese post que toda mamá bloguera que se precie suele hacer cuando su retoño sopla su primera velita... Es un decir, lo de soplar. En fin, que aquí os va, si es que todavía queda algún/a lector/a por estos lares nuestros.

Como podéis ver en la foto, la tarta de cumpleaños me quedó requetechulísima. Tiene mucho mérito, porque fue muy laboriosa: ir a la tienda a encargarla, ir a la tienda a recogerla... Sí, como super mamá soy un fiasco, lo reconozco, pero tuvimos tarta, que es lo que importa, ¿no? La vela la soplé yo, según mi madre porque soy una mamá desastrosa que no le enseñó a su niño a soplar la velita a tiempo para el día de su cumpleaños. Pero vamos, que sepáis que le enseñé a levantar el dedito cuando le preguntas: ¿cuántos añitos cumple Paaaaablooooooo? 

Nunca disfruté tanto un cumpleaños desde que era niña, lo reconozco. Estaban todas las personas que son importantes para Pablo, abrimos regalos, jugamos un montón, tomamos café y pastel... Lo que se hace en todos los cumpleaños infantiles, claro. Ahora tengo a padre e hijo hechos polvo del trajín del día, durmiendo en la cama como dos angelitos, y he aprovechado para hacer de madre ñoña y echar un vistazo a aquellas primeras fotos que le saqué, ver las de hoy y ponerme en plan bobalicona a pensar eso de "cómo pasa el tiempo" y "qué rápido crece", y todos esos tópicos...

La verdad, sí, en 365 días ha cambiado mucho, casi sin darme cuenta. La mayoría de las madres siempre me cuentan con cierta nostalgia y pena lo rápido que se pasó el tiempo, y que cuando vinieron a darse cuenta su bebé ya no era tal bebé. Por eso te dicen siempre que aproveches mucho el tiempo con tu hijo, que lo disfrutes mucho, y yo debo de haberlo hecho porque no tengo ninguna sensación de pena ni nada por el estilo. Me encantó tener un bebé recién nacido, tan tierno, tan dulce, y me encanta ser mamá de un pillín de un añito que no descansa en todo el día mientras coge, tira, sube, baja, salta, quita, pone... Lo he visto durante este año aprender cosas cada día, superar reto a reto, girarse, gatear y dar torpes pasitos, comer con los dedos y hacer sus primeros pinitos con la cuchara, cepillarse (de "aquella manera") los dientes, y toda clase de avances que no dejan de darme alegrías. ¿Cómo voy a ponerme triste si estoy viviendo todo esto? Cada etapa es diferente, y me lo paso en grande viendo cómo descubre el mundo y se hace mayor. Así que no, seré rara pero de nostalgias nada, ni pizca.

Después de pasar el "momento foto" del antes y el después, ¿qué mejor que entrar al blog a dejaros unas palabrillas? Y es que parte del mérito de disfrutar tanto de este primer año de maternidad está en esta bitácora. No es que haga falta un blog para acordarse de las anécdotas, experiencias y situaciones varias, pero es una muy buena forma de guardar un recuerdo de estos días, un relato que acompañe las fotos y los vídeos y que algún día espero compartirlo también con Pablo, cuando sea lo suficientemente grande para poder leerlo. Termino con un consejo, y eso que no acostumbro a darlos: A quienes todavía no lo habéis hecho, probad la experiencia y escribid sobre vuestro bebé. No tiene que ser un blog que se comparte en internet, basta con hacer una especie de diario, o escribir en una agenda detalles que os pasan, recordar sus muchas primeras veces... Tampoco hace falta que lo lea nadie, pero si os apetece el día de mañana tendréis un regalo muy especial que hacerle a vuestros hijos, ¿no os parece?

Y hasta aquí por hoy, ¡feliz domingo!




lunes, 20 de mayo de 2013

Conversaciones absurdas

A veces ya piensa una que todo se rige por modas, hasta en los temas relacionados con los bebés. Y es que estoy plenamente convencida de que hay una serie de ideas y de frases relacionadas con ellos que se han puesto de moda, al punto de que se escuchan constantemente. Yo creo que a veces se dicen hasta sin pensar, pero claro, como están socialmente aceptadas... Me refiero a esos tópicos que la gente usa y repiten como si fuesen mantras, casi casi. El caso es que a mi me pareció un ejemplo de esto una conversación que tuve el otro día cuando fui al banco, a ver qué opináis vosotros:

Hace unos días PapádePablo dejó al peque al mediodía con sus padres mientras yo no llegaba del trabajo porque tenía una reunión. Antes de ir a recogerlo, me pasé por el banco y me encontré a una conocida en la cola, y estuve un rato charlando con ella.

- ¿Y cuántos meses tiene ya el niño? Porque es un niño, ¿no?
- Sí, se llama Pablo y tiene diez meses.
- ¡Diez ya, cómo pasa el tiempo! ¿Y qué tal? ¿Es tranquilo? 
- Muy bien, estamos encantados. A ver qué tal hoy porque es la primera vez que lo dejamos en casa de los abuelos un rato...
- ¡¡¡¿¿¿La primera veeeeeeeeeez???!!!
- Sí... 
- ¡Pues muy mal!

Así me lo espetó la mujer, toda llena de razón. Que, a ver, puedo dejarlo o no dejarlo, pero ¿muy mal? ¿cómo que muy mal? Y claro, estupefacta como estaba pregunté el porqué.

- No dejarlo nunca... eso es muy malo, malo para el niño y para los abuelos también, pobres abuelos.
- (¡Anda yaaaaaa!...) Pero... a los abuelos los va a ver siempre de visita, lo que no hace es quedarse con ellos...
- Pero tiene que acostumbrarse a quedar con los abuelos. La mía (su hija es más o menos de mi edad, algo más joven) quedaba encantada con todo el mundo: tíos, abuelos, primos... es bueno que lo acostumbres porque sino luego lo pasa peor él y peor vosotros. Y les viene muy bien.
- Bueno... es que a mí dejarlo sin necesidad pudiendo estar yo con él solo para que se acostumbre... 
-¡Noooooooo, mujer! Eso no, sin necesidad claro que no.

Ahí sí que ya me perdí del todo. A ver: lo tengo que acostumbrar para que se quede con otras personas, para que en el momento en que de verdad tenga que dejarlo no se disguste. Para ello, tengo que hacerlo antes y adelantar el disgusto, que seguro que siendo más pequeño está más preparado (?????). Pero claro, no es necesario que lo deje sin necesidad para entrenarlo. Yo no sé vosotros, pero no he entendido NADA DE NADA. Debe ser que ya lo estoy haciendo bien. O mal. O todo lo contrario.

Y a esto viene lo de las frases hechas, porque la verdad es que siempre oigo las mismas cosas, y por conversaciones como esta es que empiezo a pensar que no están muy meditadas. Porque todos saben que "se tienen que acostumbrar a...", o "les viene muy bien esto y aquello", o "las rutinas son muy importantes". Hay dos clases de personas que dicen esto: los que han hecho las cosas así, que saben cómo les ha ido a ellos pero no saben cómo les hubiese ido de otra manera, y los que hablan de oídas porque son las frases que todos repiten. 

Yo como soy muy rara, lo dejaré si se hace necesario y por el tiempo necesario, básicamente porque me da la gana. Porque cada cual tiene su opinión sobre estos temas, pero a mí nunca se me ha ocurrido irle a decir a una madre si hace bien o hace mal, no soy tan atrevida. Y la idea de este post no es debatir si los bebés deben acostumbrarse o no a quedarse en casa de personas que no son sus padres, sino dejar bien claro que no me parece bien ir por ahí criticando a las demás madres por no hacer lo que haces tú. Ni lógico, ni correcto, ¿no os parece?

domingo, 5 de mayo de 2013

Mamá

Hoy, para variar, no voy a hablar de Pablo. Hoy voy a hablar de otra niña, una que conoció PapádePablo hace ya unos cuantos años. Era una vecina suya, que según él siempre recuerda que iba con vestiditos y coletas con lazos y calcetines de puntillas, yo creo que exagera un poco... :)
Bueno, quizás no exagera tanto, porque la madre de la niña en cuestión me ha contado que cuando aprendió a andar, no quería caminar pisando la hierba y sólo andaba por donde había baldosas o asfalto. Jeje, igual un poco repipi sí que era. Pero al grano, porque la protagonista de este post no es la niña, sino su madre, MI madre. La mejor, como comprenderéis, por descontado.

Las madres son nuestras primeras maestras. De ellas aprendemos infinidad de cosas, directa e indirectamente sin apenas darnos cuenta. Y es curioso la de cosas que puedes llegar a recordar de esas que hacías con tu mamá de pequeña. Yo por ejemplo me acuerdo mucho de que hacíamos pompones de lana, o de cuando nos enseñó a bordar a mi hermano y a mí a punto de cruz. O de hacer rosquillas, y buñuelos de viento, ¡qué ricos!

La verdad es que "se lo curraba" un montón. Teníamos muchos juegos de mesa, y cuando éramos pequeños, como las preguntas de algunos eran difíciles, nos hizo nuestras propias preguntas adaptadas a nuestra edad, recortando y escribiendo en cartulinas de colores, con dibujos pintados en la parte trasera como las tarjetas que traía el juego. Y lo mejor de todo: jugaba con nosotros, y hacía los puzles con nosotros, y decorábamos el árbol con adornos caseros cuando era navidad y calcábamos dibujos de revistas en la ventana del salón.

Pero mi madre a lo largo de los años por supuesto me enseñó muchas más cosas, de las que quizás hablo menos pero que le agradezco infinito. Sobre todo me enseñó, con el ejemplo, a ser persona, mujer y madre. De ella aprendí a ser independiente y lograr las cosas por mí misma, al mismo tiempo que a valorar la familia por encima de todo. La familia de la que uno viene es muy importante, la familia que uno forma es lo principal, esta fue una de las mejores lecciones.

También me enseñó cómo se educa a los hijos con respeto, eso de lo que ahora hablamos tanto y que en tantas ocasiones la gente no cumple como debiera, y que para ella era una obviedad. ¿Y cómo lo hizo? Demostrándome que mi opinión era importante, que podía tomar mis propias decisiones, aunque tuviese su opinión y consejo cuando lo necesitara. Me dio confianza y me permitió cometer mis propios errores, sin recriminármelos luego pero estando ahí siempre, como debe hacer una madre.

Gracias, mamá. Por todas esas veces que me llevaste a clase cuando se me hacía tarde. Por todos esos bajos de pantalones que me cosiste avisándote en el último momento. Por dejarme tu ropa para salir aunque a veces te la estropease. Por soportar mi desorden y no cumplir la amenaza de tirar todas mis cosas a la basura (ufff, menos mal...). Por irme a buscar a las tantas de la madrugada, con la pereza que tiene que dar eso...

Una anécdota que ilustra perfectamente lo que es una madre: hace unos días me reincorporé al trabajo, y la segunda noche que trabajé PapádePablo tampoco estaba en casa, así que yo tenía un disgusto enorme porque no lo pudimos arreglar de ninguna manera y el peque tenía que pasar la noche sin sus papás. Yo no quería llevarlo a dormir a la casa de nadie, pero no hizo falta porque mi madre se ofreció a venir ella a dormir a nuestra casa, sabiendo que seguro que no dormía casi nada y el día siguiente tenía que trabajar. Lo gracioso del caso es que me dijo: 
- "Lo malo es por la mañana..."
- "Pero mamá, por la mañana ya estoy yo con Pablo, que a las seis y media ya estoy de vuelta."
- "Ya, pero así no puedes dormir..."
¿Veis? Tu madre puede pasar sin apenas dormir para hacerte el favor, y se lamenta de que tú no duermas por cuidar a tu propio hijo. Porque así son las madres, las mejores, las más generosas y las más abnegadas.

¡FELIZ DÍA DE LA MADRE!
A la mía y a todas. Y a mí misma, ¡hala!, que de momento mi hijo no sabe hablar... ;)

viernes, 26 de abril de 2013

Viernes dando la nota: Camino de la cama

Aaaaaaaaaaay! ¡Qué sueño que teeeeeeengo!

Imaginaos qué escena tan bonita: llega mamá a casa después de trabajar toda la noche, y el bebé la recibe tan, pero taaaaan contento, que se niega a dormir y se pasa jugando dos horas, hasta que por fin cae. ¡Yupiiii! Bueno, esto fue ayer, esta mañana menos mal que se durmió antes. El caso es que ya llevamos más de una hora en pie de nuevo y estoy descubriendo lo que ya sospechaba: los bebés no entienden de horarios nocturnos, ni de trabajos a turnos, los muy desconsiderados... XD

Afortunadamente todavía sé en qué día vivo. Resulta que es viernes, y si tengo que escoger una canción adecuada para el momento, qué mejor que esta de Siniestro Total, ¿a que sí? Su letra, como veis, es pura poesía, jejejeje, unos fenómenos estos vigueses:

En memoria de Morfeo 
tengo a media asta el párpado: 
es la hora de la siesta. 
Veo un tronco y una sierra, 
un rebaño de ovejitas 
y un montón de zetas. 


La Coca-Cola sin cafeína, 
el Nescafé descafeinado 
y la cama ya me espera. 
Horizontal o vertical, 
yo prefiero horizontal 
y a dormir a pierna suelta. 


¡Colecciono moscas, moscas tsé-tsé, 
bebo cloroformo y meriendo valium diez! 


Camino de la cama 
es el mejor camino, 
¡solo estar durmiendo 
es mejor que estar dormido! (x2). 

Cuatro esquinitas tiene mi cama, 
cuatro angelitos me la guardan 
y ya estoy en el nirvana. 
Y no hay nada como mi almohada, 
yo la abrazo y la consulto, 
me aconseja y me ama. 


Vaso de agua y palmatoria, 
y galletitas por si hay hambre 
en el lecho conyugal. 
Y con esto y un bizcocho, 
hasta mañana si Dios quiere, 
y si no quiere me da igual. 


¡Oye tronco, cómo ronco, volumen brutal, 
por mucho que me muevas no me pienso despertar! 


Camino de la cama 
es el mejor camino, 
¡solo estar durmiendo 
es mejor que estar dormido!".




¡Buen fin de semana a todos!